La Casa Blanca se mostró ayer receptiva a escuchar las peticiones de ayuda pública para las tres grandes empresas automovilísticas del país (General Motors, Chrysler y Ford) que le están llegando desde el sector y desde el Partido Demócrata, empezando por sus líderes en el Congreso y acabando con el presidente electo, Barack Obama.

"Estamos abiertos a ideas del Congreso para acelerar los fondos que ya están asignados en el programa de préstamo, siempre y cuando la financiación vaya a empresas viables y con fuertes protecciones de los contribuyentes", dijo ayer Tony Fratto, portavoz de la Casa Blanca. Los fondos ya asignados a los que se refiere Fratto son unos 19.500 millones de euros destinados a incentivar la producción de coches más eficientes desde el punto de vista del consumo que ya han sido aprobados pero que están atascados en un proceso burocrático y un grave problema: solo se entregarán a empresas "viables", un concepto en el que en estos momentos ninguno de las tres grandes firmas de la automoción probablemente entraría.

LA OTRA PETICION Pero la Casa Blanca también se inclina, al menos, a estudiar la otra petición de los productores de coches: otros 19.500 millones de euros en préstamos. En la reunión que mantuvieron el lunes en la Casa Blanca, Obama se lo planteó a George Bush, y este se mostró receptivo a la idea pero pidió, según publicaba The New York Times, una contraprestación: que los demócratas desbloqueen la ratificación en el Capitolio de los acuerdos de libre comercio con Colombia, Panamá y Corea del Sur, bloqueados por motivos que van desde la presión de los sindicatos a, en el caso colombiano, de los grupos de derechos humanos. La disposición de Bush al menos a negociar abrió una nueva puerta de esperanza a GM, Ford y Chrysler, cuya situación es muy grave. Las acciones de GM siguieron cayendo ayer hasta niveles de hace 65 años. Los títulos de la firma han perdido el 90% en lo que va de año. Su presidente, Rick Wagoner, dijo que la compañía necesita ayudas urgentes antes de que Obama tome posesión el próximo 20 de enero. En EEUU se duda incluso de que GM pueda sobrevivir hasta finales de año dados sus problemas de liquidez.

Para la Administración de Bush, se trata de marcar el límite de la intervención pública en la economía. Obama propone que se use el paquete de rescate de las entidades financieras para ayudar a las empresas automovilísticas, pero desde la Casa Blanca se teme que esto dé lugar a una larga cola de empresas afectadas por la crisis que soliciten fondos públicos. Para los demócratas, lo que está en juego es la presión de los sindicatos para evitar la destrucción de millones de puestos de trabajo. Un informe de la propia industria estima que si los tres grandes de Detroit quebraran se perderían más de tres millones de empleos de forma directa e indirecta y le costaría al erario público, entre menos impuestos y subsidios, 124.700 millones de euros. Para Obama, es una oportunidad para convertir esta industria en la punta de lanza de su new deal verde, en la adaptación de la economía a las necesidades del cambio climático. Para ello es imprescindible que no haya quiebras en el sector.

EL CASO DE OPEL El fabricante automovilístico Opel ha solicitado al Gobierno alemán poder acceder a un crédito de 40.000 millones de euros del Banco de Inversión Europeo para la Industria Automovilística. Según informó ayer el diario Frankfuerter Allgemeine Zeitung , la gerencia y el comité de empresa de Opel han pedido en una carta ayuda a la cancillera alemana, Angela Merkel, para que introduzca bonificaciones por enviar al desguace vehículos viejos y créditos de consumo a tipos de interés favorables para comprar coches.