Estados Unidos ha dado un volantazo en la ejecución de su plan de rescate del sector financiero. El secretario del Tesoro, Henry Paulson, anunció ayer que la Administración abandona la idea de comprar la deuda tóxica --los productos financieros relacionados con las hipotecas basura y de alto riesgo que hicieron estallar la crisis--. En cambio, Washington favorece ahora la propuesta de atender a otras empresas financieras --no exclusivamente bancos-- para reactivar el mercado de crédito y devolver la confianza y la capacidad de gasto a los consumidores.

Paulson recordó que el 40% del crédito de los estadounidenses está vinculado a préstamos como los que se realizan para comprar automóviles o financiar los estudios, o a través de tarjetas. Constató que "esos mercados vitales para el crecimiento están absolutamente congelados". Y destacó la necesidad de apoyarlos como la gran prioridad de los 350.000 millones de dólares no asignados todavía del plan de rescate de 700.000 millones. La primera mitad de ese plan se destinó a inversiones directas en bancos. Paulson no especificó cómo cobrarán la ayuda los sectores financieros no bancarios.