Otro día, otro plan de rescate en Estados Unidos. El Departamento del Tesoro y la Reserva Federal (Fed) anunciaron ayer la prácticamente inmediata inyección en la economía de hasta 800.000 millones de dólares (más de 610.000 millones de euros). Se trata del último intento, al menos de momento, de descongelar los mercados de crédito en EEUU, y fue por lo general bien recibido por analistas y observadores. Sin embargo, y pese a la magnitud económica de un plan que se suma al rescate de más de medio billón de euros aprobado por el Congreso el pasado mes de octubre, no hubo una reacción favorable ayer en los mercados estadounidenses.

La Fed y el Tesoro han planteado el último paquete de estímulo económico con dos partes. Una incluye la compra de hasta 460.000 millones de euros de deuda emitida o apoyada por compañías vinculadas al Gobierno. En concreto, se comprará directamente a Freddie Mac, Fannie Mae y a los bancos federales de préstamos a la vivienda deuda por valor de 77.000 millones de euros. Los otros 385.000 millones se destinarán a la compra de títulos respaldados por esas compañías y a la firma pública Ginnie Mae.

El segundo eje del plan es la puesta en marcha de un programa de apoyo a los préstamos al consumo que las autoridades esperan tener operativo en febrero. Con la intención de reanimar préstamos vitales para la economía real (como los de tarjetas de crédito, compras de coches o los que solicitan los estudiantes y los pequeños negocios), se prestarán hasta 154.000 millones de euros a quienes posean valores respaldados por ese tipo de activos, siempre que tengan la máxima calificación crediticia.

La inyección de esos 154.000 millones es "solo el principio", según dijo ayer en una rueda de prensa el secretario del Tesoro, Henry Paulson, que avisó de que el programa de apoyo al consumo "podría hacerse significativamente más grande, incluyendo otros bienes como los apoyados en hipotecas comerciales".

ALEJADO DE LA ORTODOXIA El anuncio del nuevo plan confirma la apuesta de la Fed por aplicar políticas y medidas algo alejadas de la ortodoxia y muestra que, con los tipos de interés rebajados al 1%, el organismo lucha con otras armas para tratar de evitar la deflación.

El plan, además, llegó el mismo día en que el Departamento de Comercio confirmó que la contracción del producto interior bruto en verano fue más acelerada de lo que se había estimado inicialmente. La economía de Estados Unidos decreció en el tercer trimestre a un ritmo del 0,5%, y no del 0,3%, como se había calculado.