El presidente de Estados Unidos, George Bush, cedió ayer a las presiones combinadas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Unión Europea y Japón, y eliminó los aranceles sobre las importaciones de acero que impuso hace 20 meses para proteger a sus industrias del sector, con el fin de evitar una guerra comercial.

"Estas medidas de salvaguarda han logrado su propósito y, como resultado de las diferentes circunstancias económicas, es hora de levantarlas", dijo a través de su portavoz, Scott McClellan, para eliminar la impresión de que se ha doblegado ante las presiones externas, que incluyeron la amenaza europea y japonesa de imponer sanciones de represalia por valor de 2.658 millones de dólares, a partir del 15 de diciembre.

La justificación de Washington de este giro copernicano es que en el año y medio de vigor de los aranceles, la industria de EEUU se ha reforzado para competir. Bush impuso las tarifas en cumplimiento de la promesa electoral a los líderes del sector, y las ha suprimido antes de los tres años previstos porque las represalias de la UE y Japón hubieran dañado sus perspectivas de reelección.

Por si fuera poco, las represalias comerciales de la UE y Japón se hubieran centrado en productos de estados cruciales para las elecciones, como Florida, California, Carolina del Norte y Carolina del Sur, por lo que, de mantener los aranceles, las esperanzas de reelección de Bush hubieran perdido más que ganado.

No obstante, la Casa Blanca explicó que seguirá protegiendo a su industria con un sistema de vigilancia para evitar el riesgo de una oleada súbita de importaciones.