Pocas cosas indignaron más a los ciudadanos estadounidenses que vieron salir de su bolsillo los 550.000 millones de euros que rescataron a instituciones financieras en el estallido de la crisis que el pago de desorbitantes primas millonarias a los directivos de esas instituciones. Tenían razones para la rabia: Según dictamina un informe presentado ayer por Kenneth Feinberg, el zar de los salarios, nombrado por Barack Obama, el 80% de los casi 1.300 millones que los directivos de 17 de las principales firmas rescatadas se repartieron en compensaciones entre finales del 2008 y principios del 2009 no estaban justificadas.

Feinberg recomendó que, en futuras crisis, se acabe con este sistema de compensación que rige en Wall Street.