Hizo falta más de una hora de discusiones para que los economistas de primer nivel que concluyeron ayer el diálogo del Fórum de Barcelona sobre la globalización consensuaran un documento de siete puntos que considera que "no existe una receta única" para el desarrollo y el crecimiento. La declaración subraya que hay que aplicar políticas "adecuadas para las circunstancias específicas" de cada país en desarrollo.

Este argumento, dentro de un documento en cuya elaboración participaron desde el actual premio Príncipe de Asturias Paul Krugman hasta el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, o el director de la oficina económica del presidente del Gobierno, Miguel Sebastián, desbarata uno de los principios de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho, su mal funcionamiento y su necesaria reforma se ha integrado en esta agenda. Según el documento, los países atrasados deben equilibrar los roles del mercado y del Estado y tener más representatividad en el FMI.

Aunque se había previsto dar por enterrado el consenso de Washington -- epígrafe que agrupa las políticas vistas hasta ahora como básicas para contribuir al desarrollo, como privatizaciones o desregulación--, esa afirmación no se incluyó al final.

En todo caso, la agenda del desarrollo de Barcelona, nombre oficioso de la declaración, incluye la necesidad de que los países en desarrollo sigan políticas económicas "razonables y sin déficits y endeudamientos ilimitados", según Narcís Serra, presidente de la Fundación Cidob.

Uno de los aspectos que suscitó más controversia fue la liberalización comercial que, para algunos, como el Nobel Stiglitz, no garantiza por sí misma el crecimiento. El documento emplaza a avanzar en esa línea.