Los expertos consultados parecían ayer razonablemente satisfechos con los resultados de la cumbre y coincidían en que el documento emitido el pasado sábado por el G-20 es un gran paso para regular los mercados financieros, pero solo el primer paso. Queda mucho trabajo por delante para concretar los cinco principios acordados en la cumbre.

La valoración, en general, es positiva. Por ejemplo, el economista jefe de La Caixa, Jordi Gual, destaca que la propuesta de aplicar políticas fiscales expansivas puede dar respuesta a la crisis. A su juicio, a la declaración de Washington no le falta nada y "es lógico que en la primera cumbre no se consigan acuerdos sobre cómo arreglar un sistema financiero erróneo, ya que es un asunto complejo".

Angel Laborda, director de coyuntura de la fundación de las cajas de ahorro, coincide en que "no cabía esperar más". A su juicio, ya es bastante que se vayan a aplicar medidas fiscales coordinadas. También a José Luis Escrivá, economista jefe del BBVA, le gusta que se haya acordado dar "un estímulo fiscal" internacional porque "resultará mucho más eficaz para reactivar las economías". Según el director del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Juan Iranzo, el problema será establecer esas medidas fiscales. Laborda y Gual coinciden en que reformar los mercados "va a llevar tiempo". Para Aldo Olcese, miembro de la Real Academia de Economía, el plazo hasta el 30 de marzo "es demasiado largo". También hay quien critica la falta de compromisos. Es el caso de Fernando Fernández, rector de la Universidad Francisco Nebrija, que opina que en el G-20 ha habido "mucha buena voluntad".