Xabier de Irala, presidente de Iberia, presentó ayer su renuncia al cargo ante el consejo de administración reunido de manera extraordinaria, tal y como había anunciado el pasado 30 de abril al núcleo estable de accionistas de la compañía compuesto por la Caja Madrid, el BBVA, Ahorro Corporación, Logista, el Corte Inglés, British Airways y American Airlines. Los consejeros aprobaron ayer la sustitución de Irala por el hasta ahora consejero de Iberia y vicepresidente ejecutivo de la multinacional ABB, Fernando Conte, tal y como habían acordado los accionistas mayoritarios el 5 de mayo.

El anuncio de su renuncia cogió por sorpresa a alguno de los consejeros que componen el nucleo duro de Iberia y suscitó ciertas suspicacias. Algunas voces apuntaban a que la Caja Madrid quería provocar un cambio en la dirección. UGT y CCOO no podían explicar tampoco las razones del relevo dado que, según afirmaron, la labor del actual presidente arrojaba saldo positivo.

Cuando De Irala cogió las riendas de Iberia en 1996 se encontró una compañía pública técnicamente en quiebra con un agujero de 721 millones de euros (120.000 millones de pesetas). Mucho antes de culminar el difícil proceso de privatización, la compañía ya estaba cosechando beneficios y, el año pasado, logró el segundo mejor resultado de explotación de su historia a pesar de la crisis general del sector.

La Caja Madrid descartó categóricamente que "algún componente del grupo estable accionarial de Iberia deseara cambiar la dirección de Iberia. La renuncia vino de Irala, la designación de Conte fue unánime y éste tiene libertad para continuar con el actual consejero delegado, Angel Mullor". Los allegados a Irala creen que "está cansado y vislumbra un mejor futuro profesional desde su nuevo puesto en el BBK".