El Parlamento francés aprobó ayer la polémica reforma de las pensiones que ha generado una viva contestación social desde su presentación. El Senado daba el visto bueno definitivo por la tarde después que la Asamblea Nacional cerrase un tedioso debate en el que la oposición había presentado miles de enmiendas para retrasar la aprobación.

A partir del 2008, los funcionarios tendrán que cotizar hasta 40 años, y no 37,5 como ahora, para recibir la pensión completa. El techo se elevará para todos los trabajadores a 41 años el 2012 y a 42 el 2020. El Ejecutivo también incrementará 0,2 puntos las cotizaciones, para recaudar 17.300 millones suplementarios.

Las empresas ya no podrán jubilar automáticamente a un trabajador antes de que cumpla los 65 años, una cláusula que disgusta a la patronal. Los trabajadores del sector privado que hayan empezado a trabajar a los 14 o 16 años podrán jubilarse antes de los 60 si han cotizado los años exigidos. Y también aquellos con graves minusvalías.

El Gobierno francés asegura que la reforma es imprescindible para salvar el sistema público, en peligro por la baja natalidad y la longevidad de la población.