La difusión de la investigación a que está sometido Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se interpreta en Francia como una maniobra para desestabilizar su figura en plena crisis financiera y cuando se discute una futura reforma del sistema financiero mundial. Diversos dirigentes políticos del Partido Socialista (PS), una de cuyas corrientes encabezaba Strauss-Kahn, sostienen esta tesis, a la vez que no pueden ocultar sus temores por las consecuencias del caso.

El FMI está investigando a Strauss-Kahn para averiguar si favoreció a una subalterna, Piroska Nagy, exresponsable del departamento de Africa del Fondo, con la que el director gerente ha reconocido que tuvo una relación sentimental de una sola noche.

El socialista Jean-Christophe Cambadelis, seguidor de Strauss-Kahn, estimó ayer que la subida en los sondeos en Francia y la crisis financiera podrían no ser ajenas a la revelación. Otro strausskahnista, el diputado Jean-Marie Le Guen, se refirió a la coincidencia con la crisis y la regulación financiera para apreciar "una cierta voluntad de desestabilización". El diputado Manuel Valls, sostén de Ségolène Royal cara al congreso socialista, también se preguntó quién tiene interés en desestabilizar a Strauss-Kahn en plena crisis. El portavoz del Gobierno, Luc Chatel, elogió el papel del director del FMI. Hasta su esposa, la periodista Anne Sinclair, cerró filas en torno a su marido.

¿VENGANZA RUSA? El director del FMI está convencido de que la investigación demostrará su inocencia. Fuentes próximas a Strauss-Kahn creen que "había que crear un escándalo mediático porque políticamente no había nada", dijo un amigo en Le Journal du Dimanche. Otros insinúan una venganza de Rusia, cuyo portavoz en el FMI, Aleksei Mozhin, se opuso al nombramiento del francés.