La noche del 14-M, día de las elecciones generales, sólo dos de los grandes empresarios y banqueros españoles estuvieron en el palacio de la Moncloa para testimoniar a José María Aznar su solidaridad, tras la derrota electoral. Según fuentes gubernamentales, eran Alfonso Cortina, expresidente de Repsol desde el pasado miércoles, y Francisco González, presidente del segundo banco del país, el BBVA.

Si bien la presencia del banquero al lado de Aznar en los malos momentos honra su lealtad (llegó a la presidencia de Argentaria en 1996 de la mano de Aznar y del exministro Rodrigo Rato), en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero piensan que esa misma honestidad hacia los anteriores gobernantes le hará difícil mantener una larga convivencia con el Gobierno actual. Y ya se sabe, lo mejor para un banco es llevarse bien con el Gobierno. Así lo defienden aquellos que tienen capacidad de decisión en el actual Ejecutivo, incluso por encima del asesor de Zapatero, Miguel Sebastián, exdirector del Servicio de Estudios del BBVA, que dejó el banco tras sus enfrentamientos con la actual cúpula.

Sin embargo, no es lo mismo desalojar al presidente de una gran petrolera cuando los intereses del principal socio de referencia (La Caixa, que controla más de un 12%) coinciden con los del Gobierno, que al de un gran banco. "Nada va a suceder a corto plazo. Y siempre primarán los intereses de los accionistas", destacan en medios próximos al palacio de la Moncloa.