Los anteriores encuentros de los países del G-20, en Pittsburgh y en Londres, acabaron con sendos comunicados en los que se recomendaba mantener los planes de estímulo para impulsar el crecimiento. Ayer, la reunión de trabajo de los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G-20 que se celebra en Busan (Corea del Sur) comenzó proclamando lo contrario: lo importante ahora es potenciar los planes de ajuste del déficit, sobre todo en Europa, para disipar las dudas, frenar los mercados y evitar el riesgo de contagio.

"Existe en el G-20 una corriente mayoritaria para conceder a la consolidación fiscal la prioridad número uno", afirmó la ministra francesa Christine Lagarde, quien circunscribió a "algunas voces muy minoritarias" la opinión contraria. En este bando se situó ayer nada menos que el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el francés Dominique Strauss-Kah. En su opinión, el énfasis debe ponerse en "estimular el crecimiento".

No obstante, casi todos los asistentes a la reunión de Busan dan por hecho que el comunicado final que se emitirá mañana, incluirá el apoyo a los planes de ajuste europeos. Así lo indicó ayer el viceministro surcoreano de Finanzas, Shin Je-yoon. El gobernador del Banco Central de China, Zhou Xiaochuan, valoró que el efecto de la crisis del euro sobre la exportación china "no debería ser muy importante".

Los problemas fiscales y la crisis de la deuda europea se colaron ayer en la agenda del G-20 por delante de los otros asuntos. La reforma del sistema financiero internacional y la posible imposición de una tasa bancaria son temas que los ministros y banqueros pretenden abordar en las sesiones de hoy y de mañana bajo el signo de la división. Estados Unidos y la UE defiende medidas restrictivas, pero los paíes emergentes, Canadá y Australia se oponen.

La ministra española, Elena Salgado, asiste en calidad de presidenta de turno de la UE.