Los líderes del G-20 --que reúne a los países más ricos y las mayores economías emergentes-- empezaron a llegar ayer a Seúl, donde hoy y mañana se celebrará la quinta cumbre desde que el grupo se autoerigió en Washington (septiembre del 2008) en el foro para buscar una salida coordinada de la crisis mundial. Después de unas semanas en las que día a día se ha ido echando leña a una escalada verbal en la que los países se han cruzado mutuas acusaciones de ser los culpables de una guerra de divisas y de proteccionismo comercial, los líderes han empezado a bajar el tono de las discrepancias. Se busca una salida diplomática a un conflicto que puede poner en cuestión la utilidad del G-20.

El presidente de EEUU, Barack Obama, llegó ayer a Seúl y, antes de que esta noche comience formalmente la cumbre con una cena de los líderes, se reunirá con el jefe del Estado chino, Hu Jintao. EEUU reprocha a China que mantenga una cotización del yuan artificialmente baja con el fin de aumentar sus exportaciones. China acusa a EEUU de alimentar los desequilibrios entre países con su inyección masiva de dólares en la economía.

Se espera que ambos acuerden acabar con el lenguaje bélico de la guerra de divisas. La idea es que los países del G-20 se comprometan a que las tasas de cambio de sus monedas "sean determinadas por el mercado", según un borrador de comunicado final al que ha tenido acceso la agencia Dow Jones News.

La cumbre de Seul solo podrá dar una salida diplomática a la guerra de divisas y producirá escasos o nulos avances en otras cuestiones pendientes, como la regulación de la llamada banca en la sombra, que incluye las sofisticadas prácticas y productos financieros que dieron origen a la crisis mundial. Tampoco se avanzará en crear una tasa sobre la banca --para que sea ella misma, y no los contribuyentes, quien corra con los gastos de los rescates en futuras crisis--, ni en el diseño de un gravamen sobre las transacciones financieras institucionales, como ayer volvieron a pedir al G-20 varias oenegés de 41 países. Estas cuestiones quedan abiertas para la presidencia francesa del grupo, que tomará el relevo a la de Seúl el viernes.