Invertir en producción y en refino de petróleo. Esas son dos recetas básicas y esenciales para contribuir a reducir la actual escalada del crudo. A esa conclusión llegaron en Washington los ministros de Economía de los siete países más ricos del mundo (G-7), en su última reunión. Entre los países más desarrollados, que acostumbraban siempre a pedir más producción, existe gran preocupación por los niveles que ha alcanzado el barril de petróleo, cercanos ya a los 75 dólares y con riesgo de dañar la actual etapa de crecimiento.

El petróleo, de hecho, es uno de los elementos de las discusiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que comenzaron ayer en Washington. Lo ha reconocido el director gerente del FMI, Rodrigo Rato. El G-7 insistió en la necesidad de un mayor diálogo entre los países productores y los consumidores para aumentar la transparencia del mercado con datos más completos sobre producción, consumo, inventarios e "informes claros de reservas".

También pidió más inversión en yacimientos y refinerías. "La inversión es clave y los países productores de petróleo deberían proporcionar entornos abiertos y seguros para permitir que los participantes en el mercado den respuesta a necesidades apremiantes", señalaron en un comunicado conjunto. De hecho, en los últimos 30 años, no se ha construido ni una refinería ni en EEUU ni en Europa.

POCOS RECURSOS Tampoco los países productores han volcado demasiados recursos en las instalaciones de producción, que operan al máximo de su capacidad, para evitar verse con elevados excedentes si la demanda se retrae.

Aunque hay tendencias de fondo que impulsan al alza el crudo, también hay factores geopolíticos añadidos. Uno de estos factores es la tensión entre EEUU e Irán. Tal vez por ello, el ministro del Petróleo de ese país, Kazem Vaziri, dijo que Teherán --cuarto exportador mundial-- no paralizará la venta de crudo al exterior aunque crezca la tensión con Occidente o sean sancionados por su plan nuclear.