El Grupo de los Siete (G7) pidió hoy la revisión de algunas de las normas que regulan los mercados financieros a nivel mundial para responder a la crisis, tras reconocer el empeoramiento de las condiciones económicas desde su reunión de febrero. Además, reiteró su tradicional llamado a China para que permita una apreciación "acelerada" de su moneda, tras indicar que le preocupa el efecto de las recientes fluctuaciones "drásticas" de las divisas principales del mundo sobre la estabilidad económica y financiera. "Continuamos vigilando los mercados cambiarios estrechamente y cooperaremos como sea apropiado", afirmó.

No obstante, el tema cambiario fue breve en el comunicado emitido al término del encuentro y, en su lugar, los ministros de Economía y gobernadores de los bancos centrales de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y Japón se concentraron en evaluar la crisis financiera internacional. Reconocieron que la "turbulencia" en los mercados financieros mundiales es "un desafío y más prolongada" de lo que habían anticipado. Para responder a ella, dijeron apoyar "enérgicamente" el plan elaborado por el llamado Foro de Estabilidad Financiera, que contiene medidas para aumentar la transparencia de los mercados, el control de los principales bancos del mundo y una mejor gestión del riesgo.

Además, resaltaron la importancia de la acción coordinada de los bancos centrales para evitar "trastornos" en los mercados. "Cada uno de nosotros sigue comprometido con la toma de medidas, individual o colectivamente", para responder a la emergencia financiera. No mencionaron, sin embargo, la posibilidad de usar fondos públicos para rescatar a los bancos más afectados por la crisis, que -según el Fondo Monetario Internacional (FMI)- podría ocasionar pérdidas por valor de casi un billón de dólares.

En el terreno macroeconómico, reconocieron que las perspectivas económicas mundiales han empeorado, en vista de la "debilidad" en el mercado inmobiliario residencial de Estados Unidos, la tensión en los mercados financieros mundiales, el impacto internacional de los altos precios del petróleo y las materias primas, y las presiones inflacionarias. Aunque los países emergentes son "un punto de luz" en este panorama tenebroso, el G7 alertó que "no son inmunes a las fuerzas mundiales".

A nivel concreto respecto a la crisis financiera, el Grupo de los Siete dijo que "en los próximos 100 días" los bancos deberían divulgar "completamente" su nivel de pérdidas y de riesgo, como pide el informe del Foro, que está integrado por representantes de bancos centrales e instituciones como el FMI y el Banco Mundial. El plan elaborado por ese grupo también contempla una revisión "urgente" de las normas contables internacionales y de los códigos de conducta de las agencias de evaluación de riesgo.

El club de países más industrializados también señaló que para finales de año los reguladores internacionales deberían elevar los requisitos de capital para los productos financieros complejos que han resultado más arriesgado que lo que se creía. Por su parte, el secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, afirmó en rueda de prensa que la economía del país podría afrontar todavía "más baches en el camino" e hizo hincapié en que la principal prioridad ahora mismo es limitar el impacto económico de las turbulencias en los mercados.

Insistió en que el principal objetivo del G7 es ayudar a las economías alrededor del mundo y no a los bancos o banqueros. Evitó referirse a la continuada depreciación del dólar frente al euro, pero insistió que el Gobierno estadounidense sigue comprometido con una divisa fuerte. Mencionó, en ese sentido, que los sólidos fundamentos de la economía estadounidense acabarán reflejándose en el valor de la moneda. "Tengo la máxima confianza en la resistencia, flexibilidad y fortaleza de nuestra economía y nuestros mercados de capital", dijo Paulson.