El tirón a última hora de Wall Street impulsó a las bolsas europeas, que durante la mayor parte del día se vieron lastradas por los grandes valores. En una jornada en que los datos laborales privados estadounidenses devolvieron a los inversores a la cruda realidad, el Ibex 35 dio un último estirón para rebotar el 0,51%, hasta los 8.879 puntos, y con poca actividad, a la espera de que el Banco Central Europeo (BCE) decida sobre los tipos de interés.

Por tercer día consecutivo, desde el lunes, el volumen de contratación fue limitado: 2.092 millones, lo que explica que el mercado esté en manos de los inversores institucionales. El sector bancario volvió a copar la parte baja del índice selectivo, con Bankinter como el peor valor: cayó el 4,11%. Sabadell, Banesto y Popular también cerraron con signo negativo al perder el 1,13%, el 0,71% y el 0,51%, respectivamente. Las dos grandes entidades financieras tuvieron una evolución dispar, con un descenso del 0,31% para el Santander y una subida, el único de la banca, del 0,12% para el BBVA.

El mercado sigue dando fuertes bandazos al son que marca Wall Street, donde las malas noticias tienen un efecto imprevisible en función de cómo sople el viento. Ayer hubo dos referencias que deberían haber bastado para deprimir a los inversores, el demoledor dato de empleo --250.000 puestos de trabajo destruidos, según la consultora ADP-- y el hundimiento del ISM de servicios hasta nuevos mínimos.

Por separado, los datos que se han visto esta semana resultan muy preocupantes y enturbian las expectativas económicas. La histeria que domina a las bolsas es de tal calado, que cualquier noticia por intrascendente que sea basta para movilizar las decisiones en uno y otro sentido. Ayer, los resultados mejor de lo previsto del fabricante de chips Marvell Technology Group dio impulso al Nasdaq. El Dow Jones se mantuvo en verde durante la jornada, aunque el ascenso fue moderado.