--¿Parmalat les comunicó en algún momento su crisis financiera?

--Los primeros sorprendidos fuimos nosotros. Nos enteramos el mismo día y no podíamos creerlo. Luego pensamos que no iba a ser para tanto, que se habían vuelto locos.

--Quiere decir que no sabían nada del agujero contable.

--No sabíamos nada. Creíamos a pies juntillas que Parmalat era un grupo sano y seguimos pensando que la compañía tiene un gran potencial industrial y comercial. Si otros no vieron lo que pasaba ¿cómo nos íbamos a dar cuenta nosotros?

--¿Confía en una solución para el grupo italiano?

--Confío en su base industrial, comercial y de marca a nivel mundial. El problema son las consecuencias de que alguien se haya metido a financiero sin deber y sin saber.

--¿Es posible que la salida de la crisis venga de la venta de filiales como Clesa?

--Lógicamente tendrán que vender activos sin valor pero si alguna filial está bien representada en su balance es ésta. Si entran en un proceso de gestión controlada llevará tiempo valorar la compañía. Pensamos que Clesa se salvará porque la marca no está involucrada. Su capacidad está intacta.

--¿La crisis de Parmalat afectará a la imagen de Clesa?

--Siempre hemos dependido de nosotros mismos. Ni antes éramos más solventes, ni ahora menos. Respondemos con nuestra capacidad de generar beneficios que doblaremos en el 2003 (cinco millones de euros, 832 millones de pesetas). A lo único que tememos es a la confusión, que alguien piense que Parmalat es lo mismo que Clesa. Hay que trasladar confianza y, por ello, el presidente, Arturo Gil, ha llamado a todos los proveedores y a los bancos para decirles que la crisis no nos afecta.