Que las normas del juego para decidir el futuro de Opel han cambiado es un hecho y la consecuencia directa es un cambio de jugadores. El presidente de General Motors Europa, Carl-Peter Forster, es el primer directivo de la filial europea del gigante de Detroit que pierde su puesto tras la decisión de GM de suspender la venta de Opel a Magna. Su relevo, Nick Reilly, jefe de operaciones de GM, es visto con temor en Alemania.

Forster, de 55 años, dirigía GM Europa desde el 2004 y antes había formado parte de la directiva de Opel. Pero ya no es un hombre de confianza para la cúpula estadounidense. Su apoyo a la operación de venta a Magna y sus críticas a la decisión de GM de mantener su filial le han dejado lejos de la línea del nuevo futuro de Opel. La apuesta por Reilly ha disparado aún más los temores en Alemania de que se avecine un plan de recortes radical en el que el país tiene mucho que perder. Los sindicatos de Bélgica también temen que GM recupere los planes de cerrar la planta de Amberes. A esto se sumó el rumor de la salida del jefe de Opel, Hans Demant, para el que la prensa baraja como relevo el director de Magna, Herbert Demel.

El consejero delegado de GM, Fritz Henderson, viajará la próxima semana a Alemania para iniciar la reestructuración. Los sindicatos de los países con presencia de Opel están convocados el viernes.

Los medios alemanes daban por segura la salida de Dirk Pfeil, el representante de los estados alemanes en la fiduciaria que gestiona Opel de manera transitoria. Los gobiernos regionales han perdido la confianza en él.