Mmás impuestos o menos gasto. Ese es el dilema presupuestario que afronta el Gobierno para aplicar los mecanismos que permita salir de la crisis. Llegados al que, quizá, es el punto más caliente de la crisis económica mundial, el presidente francés Nicolas Sarkozy ha proclamado que no es momento para ser austeros y que va a encarar la crisis con más deuda pública. La cancillera alemana, Angela Merkel, acaba de anunciar lo que se considera "una de las mayores rebajas fiscales en la historia de la República Federal de Alemania" a particulares y empresas. En sentido contrario, el norteamericano Barack Obama y el británico Gordon Brown han optado por subir impuestos a las rentas más altas para ayudar a pagar la factura de la crisis.

Tras la filosofía de Obama de salir de la crisis con más gasto y más deuda, subyace la justificación de que "ya que esta crisis es tan fuerte, el coste de la salida debe repartirse entre varias generaciones", según reinterpreta Pablo Vázquez, director ejecutivo de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada). Otra opción es apostar por políticas de reforma para estimular el crecimiento económico, una vía que Vázquez empareja con la cancillera Merkel.

MARGEN DE AUSTERIDAD En España, el presidente del Gobierno aún no ha dado por agotado el margen del gasto presupuestario y de la deuda pública. Zapatero ha anunciado 20.000 millones de deuda adicional para financiar la futura ley de economía sostenible y un nuevo plan de inversión local, de 5.000 millones.

Además, se calcula que las nuevas medidas que surjan del diálogo social pueden costar otros 2.053 millones. Pese a ello, el Gobierno se ve abocado a una estrategia de salida centrada en la austeridad del gasto y en la subida de impuestos a las rentas más elevadas, pero la falta de apoyos parlamentarios le impide dar con la salida para esta crisis.

La búsqueda de lo que, en la jerga internacional de la crisis, se conoce como exit strategies (estrategias de salida) es ahora la obsesión de todos los gobiernos. Hasta ahora, España ha encarado la primera fase de esta grave recesión con un amplio paquete de medidas presupuestarias (el más ambicioso de la zona euro, según la Comisión Europea), con una inversión equivalente al 2,3% del producto interior bruto (PIB) para estimular el empleo, la inversión y el consumo.

Además, el Gobierno está dejando jugar sin cortapisas los llamados estabilizadores automáticos. Se trata de atender sin restricciones el pago de las prestaciones por desempleo y de encajar una fuerte pérdida de ingresos ligada a la caída del consumo y de la actividad económica.

El Gobierno ya ha asumido que el déficit público se va a disparar hasta cerca del 10% del PIB este año y que la deuda pública puede llegar al 70% del PIB en los siguientes. Algunos informes de la Oficina Económica del Gobierno no descartan, incluso, llegar al 100% del PIB, según fuentes conocedoras de estos cálculos. El límite de las condiciones de Maastricht es 3% de déficit y 60% de deuda.

CUENTAS PUBLICAS "El éxito de las medidas adoptadas depende de una estrategia creíble para la salida de la crisis", opina el comisario europeo de Economía, Joaquín Almunia. Se trata, de devolver las cuentas públicas a un déficit inferior al 3% del PIB y de situar a la economía en condiciones de crecer y crear empleo por sí sola, sin ayuda del Estado. Es en esta segunda fase de la crisis donde el Gobierno parece tener dificultades para encontrar su particular estrategia de salida.