Se ha abierto la caja de los truenos y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido abordar los cambios en las presidencias de las grandes empresas privatizadas por el PP. El Gobierno popular colocó al frente de esas compañías a "los amiguetes" de Rato y Aznar, según la terminología con la que el propio PP atacó al PSOE en la campaña electoral de 1996. Telefónica, la primera empresa española en el mundo y presidida por César Alierta; Repsol-YPF, el grupo hispano-argentino más importante en energía, con Alfonso Cortina al frente; y Endesa, la primera eléctrica, presidida por Manuel Pizarro, están en el ojo del huracán.

"No se trata tanto de ocupar el poder en la cúpula de esas empresas, como de lograr que dejen de estar en manos del PP. ¿Qué pasaría si en el 2008 el PSOE perdiera las elecciones y siguieran al frente de esas compañías los amigos de Aznar? Toda la política social que se puede llevar a cabo a través de esas compañías se desmantelaría, entre otras cosas". Es la explicación que da uno de los miembros económicos del Gobierno al giro dado la semana pasada por el vicepresidente económico, Pedro Solbes, cuando criticó "el perfil" de algunos de los gestores que el PP colocó al frente de las privatizadas. Luego fueron subrayadas por el titular de Industria, José Montilla, quien pidió al frente de esas compañías a "gestores honestos, capaces y competentes" en bien del interés general.

PRECIPITACION Lo que ha sorprendido en los sectores económicos no es la decisión de los socialistas de renovar a los presidentes, sino la precipitación de los acontecimientos en los últimos días y que el pistoletazo de salida de los cambios lo haya dado el vicepresidente Solbes. "Solbes se erigió como garante de las reglas de juego. Había declarado que no iba a haber cambios si los accionistas no querían. Por eso estábamos algo más tranquilos, pensando que el asunto se abordaría en uno o dos años", explica un alto cargo de una de las empresas afectadas.

"Esa aceleración nos ha venido dada. Hemos percibido, por informaciones y datos que nos han llegado, que tras nuestra llegada al Gobierno, han sido precisamente los presidentes de algunas de las grandes compañías los que han paralizado la gestión de la empresa. Las grandes empresas de este país, precisamente las privatizadas, no pueden estar paradas por desconfianza", explica un alto cargo gubernamental.

ESTRATEGIAS Algunos miembros del Ejecutivo socialista han propuesto elaborar un documento base, en donde se plasmen los objetivos económico-sociales que quiere alcanzar el Gobierno en los sectores regulados en los que operan estas empresas.

Se trata de objetivos que afectan a la inversión en investigación y desarrollo, a la política de energías renovables, a la implantación de internet en los colegios, al cableado por toda España (frente al ADSL) y al cumplimiento del protocolo medioambiental de Kioto. Los presidentes de las grandes empresas deberían comprometerse con estas estrategias en los sectores regulados. "Tengo mis dudas de que compartan los criterios y objetivos de este Gobierno en varios de esos puntos", explica el citado miembro del Ejecutivo de Zapatero. La posible falta de sintonía podría servir de palanca para remover a los presidentes de estas compañías.

Para otros altos cargos del Ejecutivo, vinculados a los ministerios de Economía e Industria, esta estrategia tiene poco sentido. "Es una ingenuidad. Si se tienen que ir, y deberían haber dimitido ya, lo que hay que hacer es buscarles una salida y la cosa es muy complicada", afirman. En este mes de agosto, Madrid se ha convertido en un hervidero de rumores, entre los pocos políticos, empresarios, directivos y analistas en activo. Por el momento, el presidente de Repsol, Alfonso Cortina, gana en las apuestas sobre quién será el primero en dejar su cargo.