Dime cuánto ganaste con Bernard Madoff y te diré quién eres. Esa variante del dicho popular parece guiar a los investigadores federales estadounidenses, que han ampliado sus pesquisas en el mayor fraude de la historia de Wall Street cometido bajo el esquema piramidal de Ponzi. Persiguen, al menos, a ocho de las supuestas víctimas.

Ninguno, según una información sobre la investigación publicada ayer en Estados Unidos, ha sido acusado de nada, al menos de momento. Pero más de uno maldice ahora que Madoff fuera extremadamente meticuloso a la hora de llevar los registros de sus operaciones. Y es que lo que la oficina del fiscal de Manhattan ha recopilado son documentos y otras pruebas que apuntan a que algunos de los inversores que pusieron su dinero en manos de Madoff indicaban al inversor qué beneficios querían, cifras que inmediatamente quedaban reflejadas en sus cuentas.

Las pruebas sugieren que al menos uno de ellos, Carl Shapiro, un empresario textil de 96 años y uno de los más íntimos amigos de Madoff, sabía que el dinero que estaba ganando era fraudulento. Otros dos hombres señalados con nombre y apellidos ayer por el Journal son dos conocidos filántropos, Jeffry Picower, de 67 años (que junto con su esposa tenía dos docenas de cuentas con Madoff), y Stanley Chais, de 82 años de edad.

Los abogados de ambos desmintieron inmediatamente al rotativo que sus clientes tuvieran conocimiento del fraude y recordaron que, en el caso de Picower, su fundación benéfica tuvo que cerrar por las pérdidas en el caso. Pero son justo esos dos nombres los que aparecen también en otras demandas presentada ante el sistema civil de Justicia por Irving Picard, uno de los abogados que intenta recuperar para las víctimas de Madoff el dinero perdido en el fraude.

GANANCIAS DEL 950% El letrado ha acusado a Picower y Chais de recibir beneficios de hasta el 950% y de retirar casi 4.500 millones de euros antes de que la pirámide financiera se colapsara. Denuncia también que los expertos inversores deberían haber identificado el fraude antes de invertir dinero propio y, sobre todo, de otros.

En concreto, Picard acusa a Chais no solamente de haber conseguido beneficios de hasta el 300%, sino también de haber solicitado a Madoff que le atribuyera pérdidas inexistentes para disfrazar sus cuentas empresariales y evitar de esa manera pagar determinados impuestos.

En el caso de Picower y su esposa, el abogado asegura que al menos en 14 ocasiones tuvieron beneficios de más del 100%, incluyendo una vez en que las ganancias rozaron el 1.000%. Afirma también tener documentos que muestran el pacto entre Picower y Madoff para alterar resultados en sus cuentas.