Los irlandeses deberán someterse al nuevo y temible plan de ajuste --el cuarto desde que comenzó la crisis en el 2008-- anunciado ayer por el Gobierno. Las autoridades lo han diseñado para ahorrar 15.000 millones de euros en cuatro años, lo que representa casi el 10% del producto interior bruto (PIB) del país. Unos 10.000 millones se obtendrán menguando los presupuestos y los 5.000 millones restantes se recaudarán mediante el aumento de impuestos.

En un momento en que el paro bate récords en Irlanda, el Gobierno se dispone a suprimir 25.000 funcionarios, el 7% de la plantilla nacional. Cierto es que la Administración, con 360.000 empleados, en un país de 4,5 millones de habitantes, necesita un ajuste. Una de las medidas más impopulares será la bajada del salario mínimo, con el recorte de un euro a la hora, lo que en el sueldo mensual supone bajar de 1.500 euros a 1.300 euros. Los nuevos jubilados recibirán un 10% menos de paga y los pensionistas perderán deducciones fiscales. También se revisará a la baja el subsidio de desempleo.

El plan se completará con un aumento del impuesto sobre la renta para recaudar 1.900 millones extra y una subida paulatina del IVA, que irá creciendo del 21% actual al 23% en el 2014. En el documento se les dice a los ciudadanos que "todos debemos compartir la carga para poder disfrutar colectivamente de los frutos que se logren de nuestros esfuerzos actuales", dijo el primer ministro, Brian Cowen. Dublín ha mantenido, frente a la oposición de Francia y Alemania, el impuesto de sociedades en el 12,5%, lo que Bruselas considera competencia desleal.

DETALLES Los expertos de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional están negociando en Dublín los detalles de ese programa global desde hace una semana. Las "negociaciones avanzan", indicaron fuentes comunitarias.

Sin embargo, los puntos que están planteado más dificultades son los aumentos de impuestos que deben lograrse para alcanzar los incrementos de recaudación, la amplitud de la reforma del sector bancario irlandés y las excesivamente optimistas previsiones económicas del Gobierno irlandés.