Después de levantar las voces de alarma en todos los países de la Unión Europea (UE), tras negarse a firmar una ley que preveía la devolución de los 3.800 millones que adeuda a inversores, sobre todo del Reino Unido y de Países Bajos, el presidente islandés, Olafur Grimsson, buscó tranquilizar ayer a los críticos, asegurando que su país retornará el dinero que recibió.

"La idea de que nosotros no cumpliremos con nuestras obligaciones es completamente equivocada", aseguró Grimsson a la cadena de televisión británica BBC. "Lo único que he decidido es permitir que el pueblo islandés tenga la palabra final en un referendo que está de acuerdo con nuestros principios democráticos fundamentales", añadió. El presidente, sin embargo, no aclaró lo que pasará si el pueblo vota no a devolver el dinero.