Japón, la segunda economía del mundo, ha entrado oficialmente en recesión después de encadenar dos trimestres consecutivos de contracción del PIB, algo que no ocurría desde 2001, según los datos que aportó hoy el Gobierno. El dato del PIB de entre julio y septiembre ha empujado a la economía japonesa al lodazal de la crisis: Japón creó durante el tercer trimestre un 0,4 por ciento de riqueza menos que durante el mismo periodo del año anterior.

El ministro de Economía y Política Fiscal, Kaoru Yosano, apuntó nada más hacerse público el dato de que la economía está "en una fase de recesión" y que por el momento permanecerá así, dadas las perspectivas de ralentización de la economía global. De este modo Japón se suma a la Unión Europea, que también ha entrado en recesión, y abre camino a la más que probable recesión de EEUU, que ya ha registrado un trimestre de contracción de la economía.

Gobierno, medios de comunicación, expertos e inversores ya habían avanzado que Japón entraría en recesión, de modo que el mercado de valores había descontado el efecto negativo cuando hoy por fin se conoció la noticia. El índice Nikkei de la Bolsa de Tokio cerró hoy con ganancias del 0,71 por ciento. Las perspectivas de futuro cercano a las que apunta el informe económico presentado hoy por el Gobierno nipón son malas. El músculo exportador nipón se ha resentido debido a la fortaleza del yen, que se ha apreciado un 9,4 por ciento frente al dólar desde septiembre.

No obstante, los datos de consumo interno se han mantenido en positivo, con un crecimiento del 0,3 por ciento, lo que animará relativamente a la economía, no en vano este capítulo supone el 55 por ciento del PIB nipón. El repunte de este indicador tuvo que ver con la coyuntura de este verano, en el que las altas temperaturas y los Juegos Olímpicos de Beijing catapultaron las ventas de aires acondicionados y televisores planos, dos productos que diversas compañías japonesas venden en abundancia en todo el mundo y sobre todo en Japón.

Pero la realidad es que la reducción de la demanda externa redujo en dos décimas el PIB del tercer trimestre del año, el peor dato en seis años, y que en ese período la inversión de capital de las empresas cayó un 1,7 por ciento. Quizá el único dato realmente positivo conocido hoy es que la inversión en el sector inmobiliario aumentó un 4 por ciento entre julio y septiembre. Un endurecimiento de la normativa había hundido durante varios trimestres este sector, que tiene un importante peso específico en la economía japonesa.

Manos a la obra

Los datos hechos públicos hoy llegan justo después de la celebración este pasado fin de semana de la cumbre del G-20 para refundar los principios de la economía financiera, donde Tokio ha mantenido un activo papel con el objetivo de restituir la confianza en los mercados y facilitar el acceso al crédito. La declaración adoptada por los 22 jefes de Estados presentes en Washington da un nuevo enfoque al Fondo Monetario Internacional (FMI), al que Japón aportará 100.000 millones de dólares.

En respuesta a la crisis global, el Gobierno de Taro Aso ha emprendido medidas como el préstamo al FMI, de alcance internacional, y también iniciativas de estímulo de ámbito nacional, pero todavía pasará un tiempo hasta que tengan el efecto deseado. Hasta entonces la economía japonesa regresará a las sombras en las que se sumió e principios de la década, cuando el final de la "burbuja" financiera empujó a la economía de Japón a la recesión. Mientras tanto las autoridades japonesas se acogen a su convencimiento de que Japón capeará el temporal mejor que otras grandes economías, una situación que abre una oportunidad para los gigantes empresariales nipones.