Bernard Madoff sabía que para él no existía ni existirá el perdón: ni el de la Justicia, ni el de las víctimas a las que el inversor de 71 años defraudó a lo largo de más de 20 años miles de millones de dólares en el mayor timo piramidal de la historia de Wall Street.

Ayer, en un tribunal federal de Nueva York, esa inclemencia tomó la forma de las palabras "monstruo" o "bestia" y de una sentencia ejemplarizante: 150 años por crímenes que el juez que presidía el juicio, Denny Chin, tildó de "extraordinariamente diabólicos".

La vista fue todo lo que el caso auguraba desde que Madoff fue arrestado en diciembre y se declaró culpable en marzo: la sala desbordada con víctimas y periodistas; 90 minutos de testimonios y acusaciones tan brutales como las dimensiones del fraude, calculado en más de 46.000 millones; y nueve minutos de un mea culpa del acusado, abandonado por su esposa, hijos, familiares y amigos en la hora de su sentencia.

"Soy responsable de enorme sufrimiento y dolor, lo entiendo. Vivo en un estado atormentado ahora. He dejado un legado de vergüenza a mi familia y mis nietos. Viviré con este dolor y este tormento el resto de mi vida", dijo Madoff, que reconoció "no tener excusa" para su crimen.

Al final, se volvió, dio la cara a sus víctimas y se dirigió por primera vez a ellas con un escueto "lo siento", reconociendo también: "Sé que eso no ayuda".

PENA MAXIMA El equipo defensor de Madoff había intentado que la sentencia se redujera a 12 años y su abogado, Ira Sorkin, insistía ayer en que "la venganza no es el objetivo del castigo".

Incluso el departamento encargado de libertades condicionales había sugerido que la pena fuera de 50 años. Pero el juez respondió a la petición de la fiscalía e impuso la pena máxima.

GUANTE BLANCO "Debe enviarse el mensaje --aseguró-- de que este tipo de manipulación del sistema no es un crimen de guante blanco que se queda sobre el papel, sino uno que conlleva fuertes penas". El magistrado rememoró cuando, en el funeral de un inversor, Madoff abrazó a la viuda y le dijo: "Su dinero está a salvo". Le dio más para invertir.

Una de las nueve víctimas que intervinieron, Burt Ross, deseó en una referencia al infierno de Dante que "a Satán le crezca una cuarta cabeza para devorar a Madoff". Dominic Ambrosino imploraba: "Ojalá alguien nos dijera a nosotros cuándo acabará nuestra sentencia".