Si pide una Coca-Cola en algún bar o restaurante, mire la etiqueta: puede llevarse una sorpresa. En los últimos meses, no es extraño encontrar en España latas de este refresco procedentes de otros países, como Alemania o la República Checa, con la etiqueta en un idioma incomprensible para la mayoría de los consumidores.

Las latas han hecho un largo viaje desde las plantas embotelladoras de Coca-Cola en otros países. En ese peregrinaje, los refrescos pasan por intermediarios internacionales y recalan, finalmente, en el mercado, donde son comercializados por un distribuidor local. Este es el camino de la importación paralela, fenómeno que afecta cada vez más a los productos de marcas conocidas mundialmente.

El responsable de márketing de una gran distribuidora de bebidas española afirma que en los últimos meses han comprado más cargamentos. ¿La razón? Se obtiene un precio más bajo que el obtenido en España. "Es una práctica absolutamente legal en la que un concesionario de Coca-Cola pone a la venta en el mercado mundial partidas excedentarias a un precio rebajado", asegura.

Las partidas llegan a España en camiones repletos de miles de latas que luego son distribuidas en establecimientos hosteleros. "El mercado --dice el directivo de la distribuidora-- es sensible al precio, y hay que buscar la mejor oferta en el mercado".

Con la ley en la mano, estas latas no cumplen con el requisito de estar etiquetadas en castellano. La ausencia de etiquetas o de instrucciones comprensibles ha motivado, en otras ocasiones, la retirada de algunos productos, en especial electrónicos.

Resignación

Coca-Cola España asiste con resignación al fenómeno, a pesar de la pérdida de mercado que causa a las siete empresas embotelladoras del país. En las 14 plantas españolas que envasan la bebida refrescante trabajan unos 6.500 empleados. Sin embargo, un portavoz de la multinacional consultado eludió pronunciarse sobre el fenómeno.

Fuentes del sector explican que el auge del mercado paralelo es consecuencia de la mundialización económica. Unas empresas se aprovechan de la inversión de otras en publicidad y en mejorar la imagen de marca. "Se trata de una especie de dumping mercantil que aprovecha una zona de sombra de la regulación comercial", añaden las mismas fuentes. Otros medios recuerdan que las tasas de reciclaje que la Administración alemana ha impuesto al envase metálico puede tener relación con la salida del producto hacia otros mercados.

La marca, fundada en 1887 en EEUU y que conoce el 94% de la población mundial, se puede ver en un aprieto si los clientes llaman al teléfono de atención al consumidor y preguntan por las latas extranjeras.