Los investigadores de la Securities and Exchange Commission (SEC) trabajan en estudiar los negocios de Bernard Madoff como no hicieron nunca antes. Desde la detención el jueves del inversor y expresidente del Nasdaq, más de una docena de expertos y auditores forenses han estado encerrados en sus oficinas del Edificio Lipstick, en la calle 53 de Manhattan y la Tercera Avenida, intentando comprender el mecanismo que permitió funcionar sin ser detectado un esquema de fraude piramidal cuya factura de pérdidas puede alcanzar los 37.400 millones de euros. Aunque de momento aún predominan los interrogantes, una de las respuestas que empiezan a vislumbrarse es que Madoff pudo operar paralelamente a sus negocios conocidos con uno que nunca registró.

Apoyándose en fuentes de la investigación, medios como la agencia Bloomberg y The New York Times apuntaban ayer a la posibilidad de que esa unidad no registrada, que contaba con hedge funds (fondos de riesgo) como clientes, operara en la planta 17 del edificio, una especie de misterioso agujero negro insondable no solamente para el mundo exterior --y para los reguladores y supervisores--, sino también para los otros empleados que trabajaban en las divisiones legales de Bernard Madoff Investment Securities que operaban en las dos plantas superiores.

La planta 17, según los relatos, era una especie de "santuario" al que tenían acceso dos decenas escasas de empleados. Y, según diversas informaciones aparecidas también ayer en Estados Unidos, incluía un cuarto de acceso aún más limitado --al que únicamente entraban el propio Madoff y otras dos personas--.

EXAMENES PENDIENTES Determinar el funcionamiento del esquema y la potencial implicación de otras personas es la principal línea de investigación de este crimen (la mujer de Madoff, por ejemplo, ha aparecido en algunas transacciones bajo escrutinio). Pero hay otros exámenes pendientes, como saber cómo pudieron fallar los organismos que debían supervisar las operaciones financieras.

Madoff creó, por ejemplo, una consultora de inversión que, según la ley, debería haber sido auditada por la SEC en su primer año de existencia. El regulador de los mercados nunca hizo ese control. Los dos controles que sí hizo a la empresa general nunca hicieron saltar alarmas.

Otro de los interrogantes pendientes es saber si alguien analizó a la auditora externa que realizaba el supuesto control del negocio de Madoff. Se trata de una firma con solo tres empleados, incluido un secretario, un contable y un jubilado de 78 años que reside en Florida, algo extremadamente inusual a la hora de auditar a una empresa que movía decenas de miles de millones de dólares. Aunque Madoff no operaba un hedge fund, ha minado aún más la confianza de una industria que, según Morgan Stanley, ya ha sufrido con la actual crisis sus peores pérdidas en casi dos décadas.

ADIOS A LA PRUDENCIA Madoff logró vencer una de las cautelas básicas de cualquier inversor: operar con prudencia. No solo ahorradores particulares, sino también fondos institucionales quedaron cautivados por la confianza generada por una autoridad de Wall Street. "Cuando garantizaba retornos regulares de un 20% por año, que efectivamente pagaba, creaba un entorno seguro", decía ayer un analista de Cantor Fitzgerald.