Y por si no tuviéramos suficiente con lo nuestro, contagiados por lo de los demás. A España y alrededores --léase, sector público, privado y acólitos-- no le quieren los mercados desde la crisis de la deuda de antes del verano. Las inesperadas y duras medidas del Gobierno, voluntarias o no, lograron suavizar el trato recibido. Pero asoman nubes negras.

Otra vez, y produce cierto enojo, los problemas de un país de la zona euro impregnan como por ósmosis a la deuda pública española. Primero fue Grecia, y ahora son los rumores de que Irlanda podría necesitar acudir al fondo de rescate creado por la Unión Europea en plena debacle helena. La diferencia de rentabilidad entre el bono español a diez años y el alemán ascendió ayer hasta los 188 puntos básicos, su mayor nivel en más de un mes. Mala cosa, porque se entiende que el Estado es más solvente que todas las empresas patrias, con lo que un aumento del diferencial encarece la financiación de todo el país.

No hay momento bueno para reabrir un frente así, pero el actual es de los peores para la bolsa española, bloqueada por la banca y con síntomas de debilidad bajista. El Ibex 35 cedió ayer el 1,79%, hasta los 10.569,5 puntos. Solo la barrera psicológica de los 10.500 puntos evitó males mayores, pero habrá que estar atentos a los próximos días para ver si el listón no cae más abajo.

Tras el espejismo de la víspera, los bancos volvieron a ser plomo para el selectivo. El BBVA cayó el 3,45%, lastrado por la ampliación de capital que va a lanzar para comprar el 25% del segundo banco turco. Y el Santander se dejó el 3,52%: no ha gustado que su ejecutivo en Reino Unido se vaya a la competencia, por más que le sustituya Ana Patricia Botín, delfina de don Emilio.

Y hubo daños colaterales. Banesto se dejó el 0,17%, tras quedarse sin presidenta. Telefónica, el 0,92%, pese a que el BBVA confirmó la víspera que no venderá su participación. Además, Iberdrola Renovables cedió el 0,17%, el día antes de que su rival Enel saque a bolsa su propia división verde. Y los resultados de Endesa provocaron una caída del 1,8%.

Ahora toca contener el aliento y ver cómo reaccionan hoy los mercados europeos a las ayudas que aprobó ayer la Reserva Federal estadounidense. Son 600.000 millones de dólares, 100.000 más de lo previsto por el consenso del mercado. Los analistas descontaban un alcance menor de la medida, y eso contribuyó a desinflar las bolsas. ¿Una buena noticia? Bueno, los ánimos de los inversores son hoy por hoy imprevisibles.