La bolsa española dio ayer muestras de cansancio. A pesar de que las pocas referencias del día fueron positivas, no fue capaz de consolidar los 11.800 puntos. Pero sigue la racha alcista para alegría de los inversores. Las bolsas europeas comenzaron la sesión con alzas, animadas por los cierres de Wall Street --la víspera-- y Tokio. Lo más destacado desde el punto de vista macroeconómico fue la balanza comercial de la zona euro en julio, y que alcanzó los 12.600 millones de euros, pero no fue lo bastante relevante como para modificar la tendencia de los mercados.

Luego, la primera valoración de los datos de vivienda en EEUU dejó plana la apertura de Wall Street y, aunque una lectura más detallada redujo el impacto negativo del dato, y la cifra de actividad manufacturera fue positiva, el Ibex ya no pudo alcanzar los máximos del día y terminó en los 11.771 puntos (+0,21%). El dato de paro semanal en EEUU fue mejor de lo previsto --pues se redujeron las peticiones--, así como el dato de viviendas iniciadas. Sin embargo, no lo fue tanto el de permisos de construcción, que alentó una primera toma de beneficios en los mercados. Con Wall Street ya plano, el dato de actividad manufacturera de Filadelfia resultó mejor de lo previsto y permitió recuperar parte del terreno perdido en las bolsas occidentales. El principal impacto de todas estas referencias, no obstante, no fue para los mercados de valores, sino para los de divisas, pues el euro marcó un nuevo máximo anual frente al dólar en las 1,4766 unidades, aunque el cierre oficial de Fráncfort fue de 1,4736 unidades.

Por lo que respecta a la actividad bursátil, la banca irlandesa tuvo un día agitado después de que Dublín anunciara una multimillonaria compra de activos tóxicos a las principales entidades del país. En el parquet español, Repsol subió algo menos de un punto después de que UBS la introdujera en su lista de valores favoritos. Iberia ganó más del 4% ante los avances de su fusión con British.