Son los últimos coletazos de una operación que ha durado meses pero, como recordó la cancillera alemana el jueves por la noche, "la operación de venta de Opel sigue abierta". Angela Merkel se reunió ayer en Sochi (Rusia) con su homólogo ruso, Dmtri Medvédev, al que reiteró su apoyo a la oferta presentada por el fabricante de componentes austrocanadiense Magna, que cuenta como socio con el banco ruso Sberbank, con participación estatal. Medvédev también dejó claro el interés de su país por que la oferta prospere. Las inversiones estratégicas en Alemania, dijo el líder ruso, "ayudarán a mejorar las estructuras" de la economía del país.

La cancillera alemana destacó la "larga experiencia" de Magna en el sector de la automoción y aseguró: "Estamos haciendo todo lo posible para que las cuestiones pendientes sean solventadas en los próximos días".

Magna presentó en la madrugada del jueves la oferta definitiva a General Motors (GM), un "contrato listo para firmar", como lo definió el presidente del comité de empresa de Opel, Klaus Franz. Pero eso solo significa que ambas partes concuerdan en las condiciones del contrato. El problema es que sobre la mesa de GM hay otro contrato listo para firmar, el del inversor belga RHIJ, el preferido de los de Detroit.

Aunque la última palabra es de GM, el Gobierno alemán es el que pondrá la mayor parte de los créditos de ayuda al nuevo inversor, y su voz suena fuerte en la negociación. La clave sobre las preferencias de uno y otro: la futura dependencia de Opel de su actual matriz.