"La crisis actual es como la tercera guerra mundial, pero sin balas ni bombas". Con esta frase resumió la situación actual el presidente de Mercadona, Juan Roig. Ayer, en la presentación de resultados, aseguró que se habían "amuermado" en un modelo no apto para la crisis y que se vieron obligados a actuar con contundencia, "siempre pensando en el consumidor".

La compañía cerró el 2008 con una caída del beneficio del 5%, hasta 320 millones, aunque aumentó la facturación un 10% (15.379 millones de euros). Los motivos: además de una bajada de precios, la huelga de transportistas del mes de junio costó 15 millones a la compañía.

Eliminando el 10% de los productos de las estanterías, Mercadona ha conseguido bajar los precios un 10%. Y, aunque Roig entonó el mea culpa al reconocer que lo tendrían que haber explicado "mejor y con más tiempo", aseguró que no ha dejado de trabajar con ningún proveedor y que el modelo está dando buenos frutos: ha ganado 60.000 clientes diarios. Durante este año, continuará revisando las estanterías para aplicar descuentos "de hasta el 17%".

El 2008 comenzó relativamente bien para la cadena valenciana y, aunque sonaban campanas de crisis, no hubo reacciones. El paro de los transportistas de junio fue el punto de inflexión: el ciudadano comenzó a retraer el consumo y, ya en septiembre, todo el mundo hablaba de crisis. Su estrategia fue ajustarse el cinturón, eliminar referencias y optimizar procesos para bajar precios y conseguir que la cesta de la compra resultara más barata. Y lo continuarán haciendo, pues, según Roig, "lo importante no es que Mercadona tenga beneficios. Es mantenerse en el mercado".

La cadena valenciana ha eliminado elementos que no aportan valor (cartón de la pasta dentífrica, satinado en los tetrabrik de leche), revisado las estanterías (han suprimidos unos 900 productos) y volverán a vender fruta y verdura a granel.