El mes de agosto no suele ser el mejor momento para tomarle el pulso a la bolsa. Con poco volumen, los movimientos se exageran, y ayer los mercados reaccionaron con cierta estridencia ante el mensaje de que la economía se recupera con lentitud. No se trata de una gran novedad para los inversores, pero sí suficiente para poner en marcha la maquinaria bajista. Las ventas se extendieron en todos los parquets, y fueron más abultadas en Europa, donde los índices recogieron un días más tarde el aviso de la Reserva Federal (Fed) de EEUU de que el crecimiento económico disminuye su ritmo.

El Ibex 35 del mercado español fue el indicador que más perdió. Cedió el 3,21%, hasta los 10.374 puntos. El resto de plazas europeas cayeron algo menos, pero por encima del 2%. El mercado neoyorquino descendió en torno al mismo porcentaje.

La bolsa española tuvo que lidiar, además de con las expectativas de menor crecimiento, con la evolución del mercado de deuda fija. La rentabilidad del bono alemán a 10 años alcanzó otro mínimo histórico (2,486%) ante el aumento de la aversión al riesgo, y elevó la prima de riesgo de España a su mayor nivel (170 puntos) desde la realización de las pruebas de resistencia de la banca. Las perspectivas de un estancamiento en la recuperación forzaron las ventas en la renta variable y movimientos hacia los activos conservadores.

Las expectativas de crecimiento lento se vieron acompañadas por un peor dato relativo a la actividad comercial de EEUU. El déficit aumentó en junio hasta 49.000 millones, según el dato revisado de junio.

Pese a todo ello, algunos analistas se muestran cautelosos a la hora de pensar que el mercado muestra una tendencia clara. "Puede que la recuperación sea más lenta, pero en ningún caso se puede hablar de doble recesión, que hubiera sido el mayor peligro", comentó Jaume Puig, director general de la consultora GCV Gaesco.