"En un mundo justo, debería haber escasos motivos para preocuparse. Madrid está haciendo progresos para mantener su déficit bajo control". Poco interés tendría esta frase si saliese de los labios de algún analista patrio y patriótico, pero resulta sorprendente e irónico que ayer la incluyese el editorial del Financial Times , uno de los medios que más ha cuestionado la capacidad y los merecimientos de España para superar la crisis de la deuda.

Irónico, sí, que uno de los agentes que más ha contribuido a sembrar dudas sobre el país --dudas, eso sí, que han obligado a acometer algunas reformas necesarias-- apunta ahora que los ataques que recibe España son injustos. Claro que el medio anglosajón continuaba su análisis matizando que "el mercado de bonos actúa con miedo, y es capaz de llevarse a sí mismo al pánico" y proponiendo como mejor solución que el Gobierno pida un crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI).

Menos mal que en el combate de gestos en el que está inmerso el mercado triunfaron ayer los positivos. Japón, como antes China, proclamó su apoyo a la zona euro y anunció que comprará el 20% de la emisión con que el fondo de rescate europeo financiará la ayuda a Irlanda.

Además, Grecia, por una vez, dio una buena noticia: su emisión de deuda fue mucho mejor de lo previsto y tranquilizó a los inversores sobre la capacidad para financiarse de los países más débiles del continente. Pudo colocar letras a seis meses al 4,9%, por debajo de los intereses fijados en el rescate de la UE para la deuda a más largo plazo.

Como gran parte del problema es de credibilidad y percepciones, los gestos son inevitables. El presidente español se trajo a Paul Volcker, asesor de Barack Obama y expresidente de la Fed, para presentar su informe eco- nómico anual. Apoyo estadounidense y toque de atención a la banca: debe capitalizarse para volver a dar crédito. Un mensaje que, como ayer comentaba un directivo de un banco cotizado, no ha gustado a la banca, que considera que debería dirigirse exclusivamente a las cajas.

Pero ni eso afectó al optimismo comprador. El diferencial entre el bono español a diez años y el alemán de referencia, indicador del riesgo de impago que el mercado percibe en un país, fue de 280 puntos básicos, cerca de su máximo de noviembre, aunque luego se relajó a 255 puntos. En sentido inverso, el Ibex 35 se apuntó un alza del 1,53%, hasta 9.582,1 puntos, con los bancos, los más expuestos a la deuda, recuperando posiciones.