Cuatro pequeños bancos de los estado de Maryland, Oklahoma y Nueva York se convirtieron este viernes en las últimas víctimas de la crisis bancaria desatada hace un par de años en Estados Unidos, donde en lo que llevamos de año han tenido que echar el cierre noventa entidades repartidas a lo largo y ancho del país.

Según datos facilitados ayer por el regulador estadounidense, la Federal Deposit Insurance Corporation, los cuatro bancos cerrados contaban con depósitos superiores a los 450 millones de euros y activos valorados en unos 894 millones de euros, cierres que van a costar a los contribuyentes 126 millones de euros.

En el 2009 fueron intervenidas 140 entidades bancarias, con un coste para las arcas públicas de 23.700 millones de euros. La directora del FDIC, Sheila Bair, reconoce abiertamente a Bloomberg que al ritmo al que van las cosas este año podría superarse fácilmente esa cifra.

El año pasado, a estas alturas, se habían clausurado solo 45 entidades. En la actualidad el regulador estadounidense incluye en su lista confidencial de entidades con problemas a 775 bancos, casi un centenar más que los que había el año pasado, con activos totales valorados en más de 341.000 millones de euros. De confirmarse sus pronósticos sería el peor año desde 1992, cuando la crisis bancaria alcanzó su punto más álgido en los años noventa.

Donde más duro están sintiendo el golpe en estos seis primeros meses es en Florida, Illinois y Georgia, ya que cada uno cuenta con 27 entidades en bancarrota. Casi la totalidad de las entidades clausuradas eran de pequeño tamaño y su campo de actuación era local o a lo sumo estatal.