En abril, cuando Barack Obama se reunió en la Casa Blanca con representantes de la industria de las tarjetas de crédito, el presidente de EEUU recordó que, hasta hace poco, él era uno de los millones de ciudadanos para los que el plástico es imprescindible. Entonces, Obama usó un tono cordial pero contundente para explicar a la industria la necesidad de someterse a más control y terminar con prácticas abusivas que se han intensificado durante la crisis. Y ayer, en su mensaje semanal, Obama urgió al Congreso a convertir en legislación ese mensaje.

La semana pasada la Cámara baja pasó por mayoría una norma que protege los derechos de los usuarios de tarjetas de crédito, limitando prácticas como los aumentos de los tipos o el efecto retroactivo, y la entrega de tarjetas a menores de 18 años. Pero a la propuesta aún le queda camino en el Senado, y varios congresistas republicanos prometen plantear resistencia a la ley.