Quienes critican y cuestionan el plan de rescate del sector financiero en Estados Unidos y plantean la imperiosa necesidad de reformar un programa financiado con más de medio billón de euros salidos de los bolsillos de los contribuyentes han encontrado el más importante aliado. El presidente electo, Barack Obama, denunció ayer tajantemente los problemas de ese programa de ayudas, subrayados esta semana en un demoledor informe del Congreso estadounidense, y se comprometió, además, a hacer el rescate transparente y efectivo.

"Como muchos, estoy decepcionado --confesó Obama en una entrevista televisiva--. No ha habido suficiente control y esta semana descubrimos en un informe que no estamos siguiendo el rastro de adónde está yendo el dinero. ... No hemos hecho suficiente", concluyó, dejando de manifiesto la falta de impacto que más de la mitad del medio billón de euros ya asignados a las entidades de crédito han tenido en los desahucios, así como el nulo impacto beneficioso en familias afectadas por la crisis.

Obama apuntó, genéricamente, a las directrices que ha dado a su equipo económico para tratar de reconducir el programa de asistencia. Anunció, por ejemplo, que ha solicitado que se establezcan principios para garantizar que se mantiene la transparencia. Y aseguró que ha pedido también especificidad a la hora de demarcar el destino de los 350.000 millones de dólares que aún quedan por asignar.

DESTINO ESPECIFICO "Creo que podemos recuperar la confianza del Congreso y del pueblo americano en que esto no es simplemente dinero que se da a los bancos sin condiciones y con el que nadie sabe qué pasa, sino que se trata de fondos destinados muy específicamente a hacer que el crédito vuelva a fluir hasta negocios y familias", dijo.

Según diversas informaciones publicadas ayer, el equipo de Obama ha estado estudiando con la Administración de George Bush la posibilidad de que sea el actual secretario del Tesoro, Henry Paulson, el que pida al Congreso esa segunda parte del paquete de ayudas, una solicitud que cuenta con reticencias en las Cámaras pero que, de ser aprobada, ahorraría muchos trámites al equipo entrante.

En algunos momentos de la entrevista, el presidente electo trató de moderar espectativas, como cuando dijo: "No todo lo que prometimos durante la campaña vamos a ser capaces de hacerlo al ritmo que habíamos esperado". Sin embargo, mezclando el tono de alarma con el de urgencia, intentó sobre todo impulsar de nuevo la aprobación del paquete de estímulos económicos que ha planteado al Congreso, programa que podría añadir casi un billón de dólares al rampante déficit, pero en cuya necesidad insiste Obama para reactivar la economía.

"No podemos permitirnos tres, cuatro, cinco o seis meses más de pérdida de medio millón de trabajos mensuales", alertó el presidente electo y, además, aseguró que "todo el mundo va a tener que hacer sacrificios".