Con las arcas extenuadas después de destinar sumas astronómicas al rescate de los bancos, los gobiernos deben ahora correr a achicar el agua de paro. Este es el esfuerzo que pide la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a los países para amortiguar la principal y más grave consecuencia de la crisis. La recomendación se apoya en unas cifras alarmantes. Según el estudio sobre las perspectivas del empleo elaborado por esta organización que agrupa a los 30 países más desarrollados, la recuperación de la economía no irá acompañada de una reducción del paro. A finales del 2010, la tasa total de desempleo de la OCDE continuará subiendo del 8,3% de junio pasado hasta llegar al 9,9% (57 millones de personas) en el 2010. España ocupará el podio con un 19,8%, seguida de Irlanda (15,1%).

"Los gobiernos deben tomar rápidamente medidas decisivas para evitar que la recesión no derive en una crisis crónica de empleo", advirtió el secretario general de la OCDE, Angel Gurría, que anima a los estados a volcar dinero aunque generen empleo temporal, como es el caso del fondo de inversión local, que ha permitido a los ayuntamientos crear puestos de trabajo.

Para España, Gurría juzga necesario, además, "cambiar el modelo de producción". Una tesis apoyada por la embajadora española en la OCDE, Cristina Carbona, que atribuye el paro estructural que padece el país --cuando la economía crecía ya era del 8%-9%-- a la falta de estudios, y por tanto de capacidad de adaptación de los trabajadores de la construcción, así como a la falta de una economía diversificada que absorba ese excedente de mano de obra.