La OCDE ha revisado de nuevo a la baja su previsión de crecimiento de la economía española en 2008, para dejarla en el 2,5% ante la pérdida de dinamismo del mercado inmobiliario, y eso aunque para 2007 ha aumentado sus cálculos hasta el 3,8%, como también había hecho hace seis meses. En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) avanza un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 limitado al 2,4%, pero sobre todo se aleja en su cifra de 2008 de la previsión del Gobierno, que hasta ahora confiaba en un 3,3%, aunque debía reducirla al 3%, que era la última estimación de la Comisión Europea.

En todo caso, y pese al recorte, la progresión del PIB español seguirá estando por encima de la media de la zona euro, para la que calcula un 2,6% este año, un 1,9% en 2008 y un 2% en 2009. En cualquier caso, los autores del informe constatan que España "ha entrado en una fase de ralentización más marcada", que asocian con una inflexión del consumo privado y con una disminución de los permisos de construcción, lo que permite "augurar una contracción de la actividad en el sector de la construcción residencial".

De hecho, el principal riesgo asociado al escenario descrito es precisamente "una corrección más marcada en el mercado de la vivienda", en particular si se reavivaran las turbulencias financieras a nivel mundial y eso condujera a un aumento del precio de los créditos. En ese caso, el consumo privado se vería todavía más afectado y se rebajarían la creación de empleos, con lo que el paro puede aumentar si continúa creciendo la oferta de mano de obra.

El conocido como el "Club de los países desarrollados" se muestra confiado en evitar esas eventualidades, y de hecho ve algunos elementos alentadores, como que las inversiones en máquinas y equipamientos "se han mantenido fuertes, gracias a los beneficios de las empresas y al vigor de la demanda exterior". En el caso del comercio exterior, su impacto sobre la economía continuará siendo negativo, pero con tendencia a disminuir, de forma que después de haber amputado ocho décimas de PIB este año, en 2008 serán dos décimas y una el ejercicio siguiente, y eso aunque el déficit por cuenta corriente se agravará hasta el 10% del PIB el año próximo y el 10,1% en 2009.

Datos positivos

Y en cuanto a la construcción, el aumento de la población y la constitución de nuevos hogares siguen alimentando la demanda de viviendas, lo que unido al "vigor" de las inversiones en obras públicas deberían "limitar el declive" del sector para estabilizarse de aquí a 2009. La OCDE indica que las creaciones de empleo en España "serán más limitadas", aunque teniendo en cuenta que se espera una ralentización de la inmigración y un menor aumento de la tasa de ocupación femenina, no ve cambios significativos en la tasa de paro: la media del 8,1% de la población activa de 2007 debería mantenerse en 2008 para subir al 8,3% en 2009.

Sobre las finanzas públicas, el superávit tocará techo este año, con el 1,9% del PIB, antes de disminuir al 1,5% en 2008 y al 1,3% en 2009 por el tirón del gasto en inversiones y un incremento más modesto de los ingresos, en particular del impuesto de sociedades. Los autores del informe aconsejan que los poderes públicos rechacen los llamamientos para relajar la política presupuestaria y que para ello se tengan en cuenta "los efectos del envejecimiento demográfico sobre las finanzas públicas".

La organización constata que la inflación en España se ha disparado hasta el 3,6%, que es también la cifra prevista como media para 2008, lo que significa 1,4 puntos porcentuales más que en el conjunto de la zona euro, y eso aunque el alza real de los salarios se ha mantenido "moderada". Pero para el futuro estima que tanto el nivel de precios global como la inflación subyacente debería reducirse (un 2,5% en 2009) y el diferencial con la zona euro bajar a cinco décimas, "una diferencia sensiblemente más débil que estos últimos años". En cualquier caso, la OCDE aconseja para luchar contra esas presiones inflacionistas suprimir el mecanismo de revalorización de los salarios sobre la inflación pasada y favorecer la competencia en el mercado de productos, y muy particularmente en el comercio minorista.