La OCDE pone el asunto sobre la mesa: la economía mundial, la europea y la española en particular no atraviesan el mejor momento de los posibles. Se agradece que no actúe con dramatismo. No debe cundir el pánico, aún no se vislumbra recesión.

Sí sorprende que la organización rompa su tradicional línea de ortodoxia económica y se atreva a pedirle a Europa que se deje de fundamentalismos presupuestarios y estimule el crecimiento desde el sector público. Dicho de otro modo, con más déficit y un dinero más barato.