Vuelta a la televisión de 1988, la oficial --autonómicas exceptuadas-- cuando ante la avalancha inminente de canales privados, se emitió un celebrado anuncio protagonizado por la perrita Pippin. El chucho pasaba por delante de su embobado dueño, un chiquillo que solo tenía ojos para la tele. Ni los juegos favoritos, ni el collar, ni el patinete. Al final, Pippin se va sollozante. Pues así los operadores de ayer. Ni una mala reacción ante la tibia reducción del paro en EEUU, ni al aumento de su déficit por cuenta corriente (importa más bienes y servicios que exporta), ni a la decisión de los gobernantes europeos de ser más estrictos en la vigilancia de los presupuestos de los países del eurogrupo. Nada, unas décimas de caída, en Europa y en Estados Unidos, y ya está.

Pero sobre todo, causó extrañeza la impasible actitud de los operadores ante las pantallas de cotizaciones cuando se supo que el banco central japonés intentaba detener el alza del yen, lo que supone un grave castigo a las imprescindibles exportaciones niponas. Hace unos años, sería caso principal en todos los mercados. Ayer, no. En cambio, ya va siendo más explicable el mensaje de la autoridad monetaria china cuando asegura que sí, que el yuan está demasiado bajo y que enseguida se ponen a revisarlo. Paciencia, virtud china, o más bien impasibilidad de los mandatarios chinos ante la enésima amenaza del responsable del Tesoro estadounidense, Tim Geithner. El yuan, absorto en su tipo de cambio fijo como el dueño de Pippin.

Al final de la sesión, el mercado español se decantaba definitivamente por las pérdidas, pero conservaba el nivel de 10.700 puntos. ACS, por la opa sobre su filial Hotchief, mediante un canje de acciones aumentó su cotización el 2,9% y lideró las ganancias del Ibex. Todos los grandes valores bajaron: Banco Santander, que ampliará capital para pagar un dividendo, el 0,68%; Iberdrola, el 0,65%; Repsol, el 0,29%; BBVA, el 0,25%, y Telefónica, el 0,06%.