Aunque tampoco lo esperaba, el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, no logró ayer ni un solo céntimo de ayuda financiera de la cancillera Angela Merkel tras su encuentro en Berlín. "Grecia no necesita en la actualidad ayuda financiera y la estabilidad financiera está asegurada", afirmó la jefa del Gobierno alemán, tras su cita con Papandreu, quien antes ya había recibido parecidas buenas palabras de Jean-Claude Juncker, presidente del consejo de ministros de Finanzas de la zona euro.

Merkel y Papandreu insistieron en la amistad que une a ambos países y recordaron los millares de turistas alemanes que visitan Grecia. Obviaron, por supuesto, las últimas portadas y comentarios de cierta prensa germana que se ha opuesto a que Alemania ayude a los griegos, presentados como un pueblo "manirroto y corrupto". Papandreu replicó a estas acusaciones en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung . "Los griegos --explicó-- no llevan la corrupción en sus genes del mismo modo que los alemanes no llevan el nazismo en los suyos".

Quizás el primer ministro no pidió dinero a su homóloga alemana, pero sí advirtió en estas declaraciones de que Grecia necesita el apoyo de sus socios de la UE para lograr créditos en los mercados con mejores condiciones. "Mientras nosotros recortamos los salarios de muchos ciudadanos de nuestro país, los especuladores que juegan con la economía griega ganan miles de millones", protestó.

PROTESTAS EN ATENAS Mientras Papandreu visitaba Berlín, el Parlamento griego aprobaba el plan de choque presupuestario y el país se quedaba paralizado por las huelgas en sectores vitales y por las manifestaciones en protesta por el ajuste. Una de las marchas de Atenas desembocó en enfrentamientos violentos entre policías y jóvenes.

Los 160 diputados del partido socialista, que cuenta con la mayoría absoluta, votaron a favor del espartano plan de Papandreu. Parlamentarios del Partido Comunista (KKE) abandonaron el hemiciclo gritando consignas contra las medidas anticrisis.

La concentración convocada frente al Parlamento por los dos grandes sindicatos pronto degeneró en disturbios cuando unos jóvenes la interrumpieron y apedrearon al presidente de la Confederación General de Trabajadores, Gianis Panagópulos.

El transporte terrestre público estuvo paralizado y cientos de vuelos fueron interrumpidos o cancelados por el paro de cuatro horas de los controladores. Los docentes, los médicos de los hospitales públicos y los empleados de los puertos no acudieron a sus trabajos, según los sindicatos, que han convocado una huelga general para el jueves.