El panorama laboral chino es tres veces más dramático de lo que se temía. Unos 20 millones de emigrantes rurales han perdido su trabajo, según desveló ayer un informe del Ministerio de Agricultura. El dato surge tras una encuesta en 15 provincias y triplica los seis millones que China había reconocido el mes pasado. Eso significa que el 15,4 % de los 130 millones de emigrantes rurales carecen de empleo.

El futuro pinta aún más sombrío porque el tránsito de las provincias rurales del interior a las manufactureras del este (Zhejiang o Cantón) se incrementa cada año en seis o siete millones de trabajadores, así que China podría alcanzar en el 2009 los más de 25 millones parados rurales (una cifra superior a la población de Australia). El dato de ayer obligará a revisar al alza el índice del paro urbano, que la Academia China de Ciencias Sociales fija en un 9,4 %.

La abundante economía sumergida dificulta la contabilización del desempleo, que podría ser aún mayor. "Viniendo de una fuente oficial, 20 millones de parados es un número muy alto. Pero muchos piensan que en realidad es mucho mayor, incluso de 30 o 40 millones de desocupados", señaló Yiping Huang, jefe economista en Asia de Citigroup a la agencia Reuters.

"Son demasiados. Cuando regresen a sus pueblos, ¿de qué vivirán? Es un factor que afecta a la estabilidad social", dijo ayer Chen Xiwen, director de la Oficina Estatal de Trabajo Rural. A los emigrantes les sobraba el trabajo antes de que la crisis global golpeara el modelo económico chino basado en las exportaciones y cerrara el año pasado 600.000 pequeñas y medianas empresas. La vida de un parado rural en China es dura: sin subsidio de desempleo, con escasa preparación y casi nulas posibilidades de hallar trabajo en las zonas del interior, están abocados a la inactividad y la frustración.

China publicó el pasado domingo el primer documento político oficial que, como es costumbre, busca mejorar la vida de los 750 millones de chinos rurales. Las medidas incluyen más subsidios agrarios, subidas de los precios mínimos de los cereales, ayudas al cultivo de soja, inversiones en infraestructuras y programas gratuitos de formación para desempleados, entre otros. Uno de los puntos sugiere un mayor control de las importaciones, lo que podría provocar fricciones internacionales con otros productores. La medida llega cuando EEUU se plantea medidas proteccionistas frente al aluvión de mercancías chinas por la supuesta manipulación del yuán, que Pekín niega.