Respetuoso, pero contundente en la crítica, Joan Rosell, presidente de la patronal catalana Foment del Treball y vicepresidente de la CEOE, rompió ayer el habitual silencio del mundo empresarial para arremeter con severidad contra el clima de inestabilidad y crispación política del momento. Incluso, con recomendaciones: recuperar "el espíritu de la transición" y proceder a una relectura clarificadora del proyecto de Estatut. Lo contrario, advirtió el dirigente empresarial, "tendrá consecuencias negativas en la economía".

Antes de reunir a la asamblea general de Foment, quiso deshacer los equívocos que suscita el habitual mutismo de los líderes empresariales. "Nuestra prudencia por no entrar en la batalla política dialéctica quizá ha dado la impresión de cierto asentimiento o pasividad. Nada de nada. Estamos en contra de las salidas de tono, las exageraciones y todo lo que incentive la confrontación o la crispación".

En un tono comedido, y tras mostrar total respeto por los trabajos del Parlament, Rosell exigió que se revise el texto enviado a Madrid. Apeló a razones políticas --"cualquier cambio debe entenderse en el resto de España", aunque también citó, más optimista, argumentos económicos y financieros --"creemos que hay una base para el acuerdo"-- y, sobre todo, puso el peso de la crítica en las cuestiones legislativas y competenciales. "La palabra intervencionismo es lo mínimo que se puede decir de este proyecto de estatuto". Como ejemplo esgrimió que sólo el apartado de competencias ha crecido de 10 a 64.

OTRAS ALUSIONES Los dardos no buscaron sólo el texto emanado de la cámara catalana. Hubo recordatorios para los excesos reglamentistas de otras administraciones y el aluvión de burocracia. "Los empresarios querríamos leyes claras, estables y simples, pero la legislación actual es compleja, cambia rápidamente y da paso a mil interpretaciones. Por tanto, es costosa para la actividad económica".

El "enrarecimiento" de la situación política, que calificó sin tapujos de "inestable", tampoco constituye un acicate para mejorar el clima económico dentro de España. "A muchos empresarios aquí se nos considera españolistas y fuera de aquí independentistas". Sus palabras sobre la esquizofrenia política en que vive el empresariado catalán sirvieron de pretexto para reclamar más apoyo a su colectivo.

"Muchos empresarios catalanes estamos viendo con tristeza nuestra soledad y falta de solidaridad en otros ámbitos", describió Rosell, de forma tangencial, sin apuntar con claridad a la cúpula de la CEOE.