Exagerar es tan consustancial a la bolsa que no se entendería que el mercado respondiera racionalmente en toda circunstancia. El histrionismo de los mercados se puso ayer de manifiesto de la mano de China y la decisión de subir los tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el 5,81%, en otra medida de Pekín para contener la inflación doméstica, que en noviembre llegó al 5,1%, el nivel más alto desde hace 28 meses.

Es el segundo aumento de los tipos ordenado por el Gobierno chino, que el pasado 20 de octubre ya subió en 25 puntos básicos este índice. Pekín se había mantenido inamovible en este aspecto desde el 2007, antes del estallido de la crisis mundial, pero las incipientes presiones de la inflación interna han obligado a las autoridades chinas a actuar.

El problema para los expertos no es tanto que se esté generando una burbuja inflacionista en el dragón asiático, sino que el encarecimiento del crédito pueda frenar el crecimiento del país. No está claro que vaya a cumplirse esa predicción, pero sirvió el argumento para marcar una tendencia negativa en los parquets. Dicho sea de paso, nada más fácil que determinar tendencias cuando el volumen es relativamente escaso. Ayer lo fue. Y previsiblemente se mantendrá la volatilidad para despedir el año, tras las ganancias de este mes.

Las grandes plaza financieras registraron una jornada de pérdidas. Destacó entre los índices europeos la caída del Ibex 35 español. Cedió el 2,06% y cayó hasta los 9.899 puntos, arrastrado por el sector financiero. Los grandes bancos perdieron posiciones, con caídas por encima del 2,3%. Y es que entre las incertidumbres que enturbian el humor inversor aún no se ha desvanecido el riesgo de la deuda soberana. Ayer el diferencial con el bono alemán a 10 años tocó los 258 puntos básicos, pese a que el bono germano está por encima del 3,02% en rentabilidad.

Así, los pocos inversores que mueven el mercado prestaron más atención a las referencias inmediatas que a las expectativas de los analistas. Thomas Meyer, economista jefe del Deutsche Bank, defendió que la desconfianza en la economía española es exagerada, y que no es muy diferente a la de Bélgica o a la de Italia. "Incluso no está mucho peor que la de Francia", sostiene. Entonces, ¿por qué exageran los mercados ante lo que no es un problema? Puede que falte claridad sobre la magnitud de la crisis bancaria. Como ya ha expuesto el gobernador del Banco de España: si la realidad es menos mala que la percepción de la realidad, mejor que se conozca. Para que no sirva de excusa.