Si Max Skinner, el personaje que interpreta Russell Crowe en Un buen año, se tuviera que retirar ahora a La Provenza a hacerse cargo de un viñedo no sería gracias a los beneficios obtenidos en la Bolsa de Londres. Más bien por todo lo contrario y previsiblemente el lugar que le correspondería en la jerarquía laboral no sería el de patrón, sino el de vendimiador. Después de un mes de caída sin red, las bolsas europeas están en camino de su año más horrible, y en niveles ya de diciembre del 2004.

El Ibex 35 cedió ayer el 5,20%, hasta los 8.353 puntos, pero desde que se inició el año, las pérdidas suman el 44,9%. No se recuerda un año peor en la historia de la bolsa española y por extensión de las europeas, por lo menos desde que se utilizan los índices modernos. Los principales parquets europeos cedieron entre el 3,5% de París y el 5,6% de Milán. Desde enero, Londres pierde ya el 39,86%; Fráncfort, el 46,75% y París, el 43,11%. Wall Street, el mercado de renta variable en el epicentro del huracán financiero actual, pierde el 36,7% en lo que va de año.

HACIA LA RECESION Los expertos insisten en que la economía mundial avanza como una locomotora hacia la recesión. Pero no hay nada nuevo en esa reflexión. La caída de los resultados empresariales, que tanto afectaron la víspera a los mercados asiáticos, como los nuevos datos que certifican el parón del crecimiento económico --las cifras de la EPA en España, la caída de la moneda única europea y el retroceso del 0,5% del PIB británico en el tercer trimestre-- persisten en esa realidad, a la que se agregan los mercados emergentes. Desde Suramérica a Europa del Este aparecen nuevos motivos de preocupación.

Ante lo que avecinaba la jornada, el mercado de futuros de Wall Street, que anticipa el signo que tomarán los indicadores de Nueva York, cerró ayer al prever una apertura del Dow Jones con una caída inicial del 6%. Abrió la sesión con números rojos pero la pérdida fue menos dramática de lo previsto. En algunos países del Este se cerró el mercado. Ese fue el caso de las bolsas de Bucarest y de Moscú, en las que se intentó evitar el hundimiento con la medida.

Ante esta situación, comienzan a surgir voces que piden el cierre de los mercados. Nouriel Roubini, profesor de Economía de la Universidad de Nueva York que se ha hecho famoso al predecir con bastante exactitud la gravedad de la crisis, propuso ayer el cierre de las bolsas durante unas semanas. En un acto en Madrid por el 50º aniversario del IESE, el académico afirmó que los mercados están en caída libre porque han perdido la confianza en las autoridades y sus planes de rescate, y defendió que la medida alejaría el riesgo de colapso del sistema.

Muchos expertos sostienen que los planes de los gobiernos para apoyar a los bancos son adecuados, pero no bastan para devolver la confianza. Consideran que el gran endeudamiento de empresas y familias generado por el exceso de liquidez anterior reclama una acción mundial concertada para reducir el coste de esa deuda. "Se impone un plan conjunto, un nuevo New Deal, como el que Franklin D. Roosevelt llevó a Estados Unidos en 1933 para salir de la Gran Depresión", comentó Juan Laborda, director de análisis de Abante.

Esa nueva política debería concentrarse en aligerar la carga financiera de empresas y particulares. La Reserva Federal ya ha dado algún paso con su plan para garantizar préstamos y evitar embargos. Además, se precisa una política fiscal más centrada en la inversión.