La subida del precio del petróleo es preocupante, pero no alarmante. Al menos de momento. Gary Becker, premio Nobel de Economía, cree que el alza en la cotización del crudo "tiene un impacto moderado en la economía mundial, porque el petróleo no es tan importante como solía ser y porque el precio no es tan elevado como parece, si lo comparamos con otros periodos y ajustamos la inflación".

El terrorismo, sin embargo, es un factor que no se puede descartar. "Si el barril alcanza los 80 dólares o más, creo que el impacto en la economía mundial será muy grande", afirma Becker. Los problemas de la Administración en Rusia pueden agravar las cosas, así como la situación en Irak, "aunque Irak no juega un gran papel en el mercado de crudos", señala el catedrático estadounidense.

Becker está en Londres participando en los seminarios organizados por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, de la que es catedrático. El catedrático opina que, tras el 11-S del 2001, la economía de EEUU "está portándose bastante bien, a pesar de la recesión que había comenzado en marzo de aquel año, los escándalos contables y la invasión de Irak".

El punto más negativo corresponde a la cifra de paro, situado en el 5,8% de la población activa, tasa que, por otra parte, "ya la quisieran para sí Alemania o Francia". Las economías de estos dos países están sufriendo, según Becker, por "lo restringido de sus mercados laborales, con altas cotizaciones a la seguridad social y elevadas indemnizaciones por despido", a lo que se añade "la locura de las 35 horas semanales, adoptada tras un análisis muy simplista por los franceses". "En la Europa continental", añade, "es muy difícil iniciar un negocio".

Otro agravante son las jubilaciones anticipadas, con buenas pensiones, de una mano de obra apta para trabajar. "Estamos en una época en la que la gente está más sana, mental y físicamente que nunca, y debe trabajar más tiempo. Yo soy un ejemplo de ello", dice este profesor de 74 años.

El euro

Gary Becker admite que "no era un gran fan del euro", pero reconoce que su lanzamiento "ha sido un éxito". Sin embargo, advierte: "Si el Gobierno británico me pidiera mi opinión, algo que desgraciadamente no ha hecho, le diría que no se adhiriera al euro".