Ya no se llama plan de rescate bancario, sino plan de estabilidad financiera. Se trata de la política que va a seguir la Administración Obama para sacar a flote el sector financiero con la intención, según dijo ayer el secretario del Tesoro, Tim Geithner, en su presentación, de "contribuir a reiniciar el flujo de crédito, limpiar y fortalecer los bancos y proveer de una ayuda crítica a los propietarios de casas". Para ello, las diferentes partes del plan si se cumplen en su totalidad podrían suponer una inversión en el sector financiero de 2 billones de dólares (alrededor de 1,5 billones de euros).

Según Geithner, la intención de Obama es reformar el plan de rescate bancario de la Administración de Bush (del que quedan por gastar unos 270 millones de euros) con la intención de hacerlo más eficaz, transparente, global y osado.

El plan tiene cuatro pilares. El primero es la creación de un fondo de inversión público-privado --el ya famoso "banco malo"-- que es el que comprará los activos tóxicos a los bancos. El fondo está dotado inicialmente con unos 388.000 millones de euros, aunque la cartera podría llegar hasta 780.000 millones. La intención es que el programa capte fondos privados, aunque Geithner no dijo cómo va a convencer el Gobierno a los inversores.

El segundo es destinar los 270 millones de euros que quedan del plan de Bush a inyectar capital a las entidades en apuros. El tercer pilar es expandir un programa ya existente de la Reserva Federal para incentivar los créditos al consumo. Por último, se invertirá entre 50.000 y 100.000 millones a ayudar a los propietarios a evitar el embargo y facilitar la refinanciación de las hipotecas. Tras el discurso de Geithner, Wall Street se desplomó.