El plan europeo de recuperación económica, presentado el 26 de noviembre por la Comisión Europea, es en realidad una mera suma ordenada de las diferentes medidas anunciadas o que preparan los países de la Unión Europea (UE), sin calendario preciso ni plazos concretos para su aplicación.

El documento ha sido criticado ya por diversos economistas por ser "un cóctel de planes nacionales", en lugar de un verdadero programa articulado, y por estar "repleto de retórica y con muy pocos detalles concretos". La procedencia de la inyección de 200.000 millones de euros para revitalizar la economía de la UE en el periodo 2009-2010 --pieza central del plan-- no está clara, ni el esfuerzo de cada país.

Ni la Comisión Europea ni el documento precisan tampoco de dónde van a salir los 14.400 millones que aporta al plan el presupuesto comunitario. Los 5.000 millones que deben destinarse a grandes infraestructuras y al desarrollo de la banda ancha de internet están supeditados a que los Veintisiete y el Parlamento Europeo autoricen la reorientación a ese fin de otras partidas.

Los 5.000 millones de apoyo al automóvil tampoco está claro cómo se financiarán. Y otras medidas requieren una larga tramitación y tardarán en poder entrar en vigor, o bien son viejas propuestas que nunca llegaron a aplicarse.