"Un hombre con un reloj siempre sabe la hora que es; un hombre con dos relojes, nunca está seguro", dice la ley de Segal. Una bolsa con un solo dato, sube o baja con determinación. Si tiene dos datos, se llama incertidumbre. Entonces gana el que elige un dato, que no tiene por qué ser mejor que el otro. Basta comportarse con convicción hasta que los demás te sigan. Anteayer, el gran dato era que la industria estadounidense --también la china, o sea, que son compatibles-- trabajan más de lo previsto. También había otro reloj que indicaba que el desempleo aumentaba, pero esta vez daba igual, porque ayer salía otro de más importante.

Ya se sabe que Wall Street no tiene un reloj sino una relojería entera de datos, con sus barómetros y termómetros complementarios. Ayer, otro medidor del desempleo semanal en EEUU presentaba leves mejoras. El reloj del día, para seguir la senda creciente de ayer, y aunque otros datos eran más desalentadores, como la caída de la productividad y el que se prepara para hoy, el desempleo de agosto, que allí será malo (apunta una tasa del 9,6%). Ayer hubo gran bocado en el sector de la hamburguesa: el fondo de capital 3G se comió de un mordisco de 3.125 millones a la cadena Burger King. Veremos cuándo empieza a soltar grasa (en jerga consultora; en la de siempre, despidos).

El Ibex tampoco atendió al desempleo español y siguió firme en la escalada. Cerró en 10.537 puntos. Bajó siete centésimas, muy poco, porque los grandes valores apenas variaron. La mayor subida del Ibex correspondió a Grifols, el 5,11%, después de que obtuviera permiso para vender un nuevo producto, inmunoglobulina intravenosa líquida, en EEUU. Sacyr ganó el 1,8%; ArcelorMittal, el 1,68%, y Abengoa, el 1,61%. Poco antes del cierre del mercado de deuda, la rentabilidad del bono español a diez años se mantenía en el 3,99 por ciento, mientras que el efectivo negociado en bolsa se situaba en 2.306 millones.