"Estoy reorganizando mis prioridades". Así definió recientemente Bill Gates el inicio de una nueva fase de su vida. En ella, el hombre más rico del mundo soltará las riendas de Microsoft, la empresa que fundó, y se volcará en mejorar la salud y la existencia de millones de personas en países pobres. "Es una decisión interesante, tomada antes de lo que la mayoría de la gente esperaba", comentó Ian Wilhelm, de la revista Crónica de Filantropía.

Gates ha sido siempre precoz. A los 20 años, tras abandonar Harvard, se asoció con su amigo de infancia Paul Allen, para fundar Microsoft. A los 31 años era multimillonario y a los 38 creó la Fundación Bill y Melinda Gates, para contribuir con su inmensa riqueza a erradicar enfermedades letales, como la malaria o la tuberculosis. Ahora, a los 50 años, está "devolviendo mi dinero a la sociedad", dice. "Gracias al éxito que he tenido, he acumulado riquezas que conllevan la gran responsabilidad de devolver algo a la sociedad, para asegurar que se emplean de la mejor manera posible en ayudar a quienes lo necesitan", explicó el jueves al anunciar su salida de Microsoft.

No será, sin embargo, un desenganche abrupto. Gates ha establecido dos años para ejecutar la transición en el competitivo imperio del software que preside en Redmond (Washington). En julio del 2008 será sustituido por su delfín Steven Ballmer, actual consejero delegado de Microsoft. Otros dos de sus más cercanos colaboradores, Ray Ozzie, director técnico de la empresa, y Craig Mundie, responsable de estrategia, se ocuparán de las labores de investigación e iniciativa estratégica que realizaba Gates. Pese a todo este recoloque de piezas, el dueño de Microsoft seguirá presidiendo la empresa de forma honorífica "durante toda mi vida".

"Melinda viaja por todo el mundo, para averiguar lo que un cheque enviado desde Seattle puede lograr a 16.000 kilómetros de distancia", comentó recientemente Warren Buffet, el célebre financiero también filántropo. Ella y su esposo intentan conseguir información de primera mano sobre los problemas que quieren resolver. "Bill se ha convertido en una enciclopedia de conocimientos médicos", dice Buffet.

Pese a su riqueza --más de 50.000 millones de dólares según Forbes --, Gates puede pasar a la historia más por lo que done que por lo que tenga. Con su decisión del jueves lleva camino de engrosar la lista de filántropos legendarios de EEUU, como Andrew Carnegie o John Rockefeller. Su fundación, con activos de 29.100 millones de dólares, es ya 10 veces mayor que la de Rockefeller.

En los últimos años el dueño de Microsoft ha recibido numerosos premios y honores, como el Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional del 2006. El 2005 fue nombrado caballero por la reina de Inglaterra. La revista Time le declaró Persona del Año junto a su esposa y al cantante Bono.

Un referente en la salud

"La fundación Gates ha establecido tendencias, ha aumentado el estándar de lo que es salud pública y reforzado el interés en ella", opina Anne Lynam Goddard, de Care, un grupo que combate la pobreza y las injusticias sociales. Su funcionamiento ha sido distinto del tradicional: en vez de aguardar a que los grandes laboratorios desarrollen nuevos medicamentos, para después limitarse a financiar su distribución, la Fundación de Gates se ha asociado con firmas farmacéuticas para propiciar el desarrollo de medicinas cuyo bajo atractivo comercial las haría inviables.

Con su espíritu empresarial volcado en estas actividades, Gates puede alterar el ejercicio de la filantropía en EEUU, como hizo hace 30 años cuando revolucionó los programas de ordenador y atrayendo a multimillonarios cada vez más jóvenes.